Por una #SociedadHorizontal, por una #NuevaRepública
Nos encontramos a una semana de que termine el sexenio de López Obrador. Claudia Sheinbaum, la primera mujer al frente del Poder Ejecutivo, tomará las riendas del país, en un escenario difícil. Su mandato estará acotado por los cambios constitucionales que hoy se impulsan en las Cámaras.
Será fundamental apoyarla desde el primer día. La forma en que se le acorraló para nombrar a su gabinete, junto con el avance de mecanismos “metaconstitucionales” con los que el “obradorismo” busca mantener el control del país, han abierto un escenario peligroso para la República. Hoy la concentración del poder desde fuera de las instancias oficiales -principalmente a través de Morena- es una realidad a la que la Presidente electa -tarde o temprano- tendrá que enfrentarse, pues sobre su persona recaerá la responsabilidad institucional del manejo del país.
Más allá de la coyuntura inmediata, la salida de AMLO del espacio formal que le dio la Presidencia de la República, generará una reflexión colectiva sobre la figura y el legado de quien dirigió a México del 2018 al 2024. Para muchos de sus seguidores, será una especie de “duelo”. No pocos buscarán mitificarlo. Como escribe Fabricio Mejía Madrid: Habrá que “pensar al personaje López Obrador, como una creación de nosotros mismos. El obradorismo, es el espacio que abre la democracia mexicana, para que irrumpan los excluidos de los asuntos públicos, del saber sobre ellos y decidir”.
Muchos otros revisarán los resultados al frente del gobierno. Las políticas públicas, la eficiencia en el gasto público, la transparencia en el ejercicio del poder, serán analizadas de manera más incisiva. Al entrar un nuevo gobierno, el que antes estuvo recibe un estricto escrutinio, especialmente por los nuevos que llegan, pues de ello depende su propia supervivencia. Poco a poco Sheinbaum tendrá que enfrentarse a que sea la evaluación hacia su persona la que esté en juego.
Los que terminan han sido seis años llenos de polémica. Para algunos, se trató de una hazaña transformadora, para otros, de la destrucción del México moderno.
López Obrador mostró que como político cuenta con tres talentos incuestionables: su intuición política, capacidad comunicacional y perseverancia. No obstante, también le caracterizó su limitada estructura racional, para comprender la realidad más allá de su personal interpretación de la misma, así como su escasísimo entendimiento de la administración pública desde una perspectiva integral. La gran pregunta que el tiempo resolverá, será la que hoy gira en torno a su verdadera integridad.
El juicio en torno al ex mandatario se construirá poco a poco. La caprichosa evaluación del mexicano, decantará las críticas y los elogios, frente a quien hoy muchos ven como un salvador de la patria, pero a quien muchos otros tantos, califican como un dictador en formación.
Pienso que AMLO, como la mayoría de los políticos, fue narcisista. Tuvo un aire irrazonable de superioridad y mostró una gran necesidad de ser admirado. Su largo andar en busca del poder, le permitió entender los dolores profundos del mexicano. Echó mano de la victimización que prevalece de manera grave en los sectores más desvalidos y se aprovechó, como ningún otro presidente, de la sensación de abandono que sufre el pueblo llano. Generó una especie de “codependencia” entre sus seguidores, incluidos el enojo y la sensibilidad a la crítica.
El tiempo dirá si este tipo de liderazgo prevalece o si de este episodio surge una nueva conciencia colectiva. Soy optimista de que ocurrirá lo segundo.
Mientras tanto, la intención de lanzar una nueva versión de la “Dictadura Perfecta”, mediante un “Maximato 4.0”, está en ciernes. Las reformas constitucionales pretenden dejarle el poder absoluto a AMLO, desde fuera y la revocación de mandato, busca amedrentar a su sucesora. Será indispensable despertar una amplísima alianza, al interior del oficialismo y fuera de éste, que ayude a limitar la incidencia informal de quien, por ley ya cumplió su ciclo.
La #SociedadHorizontal tiene frente a sí, la oportunidad de articular una gran coalición que destierre el narcisismo y la codependencia prevalecientes. En primer término, será indispensable que el movimiento social se alinee con la primera mujer que ocupará la silla presidencial. En segundo, pero no por ello menos importante, que esta fuerza consciente, renueve los contrapesos republicanos, hasta hoy perdidos. El futuro de la propia Claudia depende de ello. No será fácil, pero en esto residirá el surgimiento de una #NuevaRepública.