Domingo 22 de Septiembre de 2024 | San Luis Potosí, S.L.P.
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Homilía: El sufrimiento, no tiene explicación

Pbro. Lic. Salvador González Vásquez | 22/09/2024 | 05:28

Hay situaciones que son inexplicables; y trabajo  cuesta, tratar de  entenderlas.
 
Existen problemas, que han llegado a ser un misterio, y  por lo mismo, no  tienen respuesta. 
 
La  vida humana, jamás dejará de ser  un misterio. Porque el hombre, nunca   deja de sorprendernos.
 
Uno de esos misterios, es el sufrimiento. No entendemos, por qué el hombre tiene que sufrir, si se le dio la vida para que fuera feliz.
 
Pero, cuando asalta el dolor, quedamos confundidos, y trabajo cuesta tratar de entenderlo.
 
Decía Pascal: “Al no encontrar remedio a la muerte, ni a la miseria, ni a la  ignorancia, los hombres, para ser felices, decidieron no pensar en ellas”.
 
Ante una noticia que duele y causa impacto, preferimos no tocar el tema, antes que  enfrentarlo.
 
Eso, les pasó a los discípulos de Jesús, ellos tenían muchos seguidores; pero también tenían miedo de que eso terminara.
 
Dice  el Evangelista: “…porque iba enseñando a sus discípulos. Les decía: El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres; le darán muerte, y tres días después de muerto, resucitará. Pero ellos no entendían aquellas palabras y tenían miedo de pedir explicaciones”. (Mc.9).
 
Es difícil tratar de entender el dolor, pero no queremos pedir   explicaciones.
 
Todo, porque se nos olvida que el dolor es  pasajero, y el sufrimiento no permanece.
 
Pero, estamos tan cegados del dolor, que somos incapaces de mirar más allá del presente, y abrirnos a la esperanza.
 
Evadir el tema, no es remedio de  males; así, es imposible entender la raíz del dolor.
 
Más vale enfrentar el dolor, para poder redimirlo.
 
Dijo San Ireneo de Lyon: “Lo que no es asumido, no es redimido”. (Ireneo de Lyon).
 
Pbro. Lic. Salvador Glez. Vásquez 
 
 
 
 
Evangelio del día
Lectura del santo Evangelio según San Marcos 9, 30-37
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos atravesaron Galilea; no quería que nadie se enterase, porque iba instruyendo a sus discípulos.
 
Les decía:
«El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y, después de muerto, a los tres días resucitará».
 
Pero no entendían lo que decía, y les daba miedo preguntarle.
 
Llegaron a Cafarnaún, y, una vez en casa, les preguntó:
«¿De qué discutíais por el camino?».
 
Ellos callaban, pues por el camino habían discutido quién era el más importante.
 
Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo:
«Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos».
 
Y tomando un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo:
«El que acoge a un niño como este en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí, no me acoge a mí, sino al que me ha enviado».