Casi diecisiete millones de votantes acudirán a las urnas mañana para las elecciones presidenciales en Sri Lanka, las primeras desde la dramática crisis de 2022 que dejó a esta nación insular en la quiebra, con una grave escasez de combustible y alimentos, y despertó el reclamó de un cambió entre la población.
Las elecciones de mañana serán las novenas a la jefatura del Estado desde que la antigua Ceilán se desligó completamente del Imperio Británico en 1972 y contarán con 38 candidatos, el mayor número de su historia.
A diferencia de otras elecciones tradicionalmente alimentadas por el nacionalismo y la idea de seguridad nacional, los comicios de este año se centran en la economía y la lucha contra la corrupción generalizada en el sector estatal.
En 2022 Sri Lanka vio el estallido del movimiento 'Aragalaya' (la lucha) que hizo estallar las protestas masivas derrocaron al presidente de Sri Lanka, Gotabaya Rajapaksa, poniendo fin al gobierno de la poderosa familia Rajapaksa, una familia de líderes políticos y militares vistos como héroes por su rol en la guerra civil que concluyó en 2009.
El hasta entonces héroe nacional y su familia fueron ampliamente acusados ??de gestionar mal la economía y causar la crisis, obligándolo a huir del país y dejar un vacio de poder que desde entonces ocupa Ranil Wickremesinghe.
“La corrupción y la rendición de cuentas fueron clave para Aragalaya. Incluso hoy en día son temas dominantes en la política”, dijo a EFE el director Ejecutivo del Consejo Nacional de Paz de Sri Lanka, Jehan Perera.
Las caras
Las heridas de la crisis marcaron un giro en la dinámica de la política nacional, y con ello el surgimiento de Anura Kumara Dissanayake, de 55 años, candidato del Poder Popular Nacional (NPP) y uno de los tres grandes favoritos.
Dissanayake es famoso entre los votantes jóvenes que esperan un cambio en el sistema, y un rostro distinto frente los partidos más tradicionales.
Sajith Premadasa, de 57 años, líder del partido opositor Samagi Jana Balawegaya, una formación escindida del gobernante Partido Nacional Unido (UNP), e hijo de un expresidente, también ha ganado popularidad al prometer aliviar la carga de los pobres.
Premadasa fue el principal rival de Rajapaksa en las elecciones de 2019, a las que llegó en segundo lugar con el 41,99 por ciento de los votos, mientras que Dissanayake obtuvo el 3,16 por ciento.
Wickremesinghe, exlíder del UNP y actual presidente, ha centrado su campaña en la estabilización de la economía, tratando de capitalizar la recuperación gracias a un préstamo del FMI de 2.900 millones de dólares y por iniciar conversaciones sobre la reestructuración de la deuda.
Sin embargo, las decisiones de Wickremesinghe para detener la debacle, incluidas las subidas de impuestos, han resultado impopulares y afectado su base de votantes.
La inflación del país también se ha reducido desde el pico del 70 por ciento en 2022 hasta el 0,5 por ciento en agosto de este año, según el Banco Central, mientras que la tasa de desempleo en el primer trimestre de 2024 fue del 4,5 por ciento.
La familia Rajapaksa también ha presentado un candidato, Namal Rajapaksa, hijo del expresidente Mahinda Rajapaksa.
Al igual que su padre, y su tío Gotabaya Rajapaksa, Namal representa la dinastía a la que se le atribuye el fin de la guerra contra los Tigres de Liberación de la Patria Tamil (LTTE), y carga con el peso del movimiento Aragalaya.
Las encuestas y los analistas predicen que ningún candidato obtendrá más del 50 por ciento de los votos.