Aspira corto mexicano en Orizzonti

Los silencios predominan en el cortometraje James, con el que el cineasta Andrés Rodríguez compitió en la sección Orizzonti del Festival de Venecia, pero a través de estos el cineasta habla del proceso de maduración de los varones latinoamericanos.

Durante casi 20 minutos la cámara sigue a un adolescente que vende fundas para celulares en la calle junto a dos compañeros, con quienes incluso lucha físicamente, pero no puede compartir ni verbalizar aquello con lo que carga.

"Hablo de todo aquello que no decimos, pero todo el tiempo sentimos, de esos miedos, los silencios autoprovocados en los personajes son para no mostrar debilidad. El corto nació de cómo muchos vivimos nuestro crecimiento y nuestro reconocimiento.

"La idea clara era hablar de este sentimiento de depresión. Lo que estamos contando en una transición", explicó el realizador guatemalteco, en entrevista.

Dijo que quería mostrar todo lo que enfrenta un joven mientras crece y la desesperación que lo acosa, que puede llevarlo a explotar de formas inesperadas.

Más que un guion fijo, Rodríguez tenía una escaleta, lo que le permitió mayor flexibilidad para integrar elementos que descubría junto a su elenco, jóvenes que no eran actores profesionales, pero tenían vivencias esclarecedoras.

"Lo más importante fue tratar de potenciar eso que de verdad son los jóvenes, con dudas, inseguridades. Uno de los chicos me contaba de una especie de representación bíblica que hacen en Semana Santa en su pueblo, que al final es un desmadre, es ir a hacer bulla, a tirarse piedras.

"Esa fiesta no se trata de representar, sino de expresar algo. Él nos contaba que ahí se hacía enemigos, que lo estaban buscando en la calle, pero eso le alimentaba el alma, era feliz por esos problemas. Eso me pareció muy rico", recordó el realizador.