Hablando de modelos roadster o cruiser, Motorrad ha escrito su propia historia con uno de las motos más legendarias: la R32, primera motocicleta de la marca en emplear un motor gemelo plano que, 100 años después, deja una gran herencia a la BMW R12, para competir sin problema en un segmento que, pese a la gran oferta y demanda de modelos, conserva un nicho de mercado de carácter más personal, entusiasta y hasta pasional.
BMW Motorrad R12 nineT: simplicidad personal
Si bien el abanico de opciones para personalizar este modelo es realmente amplio. La R12 nineT se ofrece con tres opciones de pintura: Rojo Aventurine metalizado, Thorium Option 719, pero el acabado en negro metalizado, en contraste con la dosis justa de cromo, es el que más rescata la esencia del modelo original. Los rines de acero en negro satinado no restan estética, pero si llegases a pedirla con rines de rayos ¡se verá espectacular! Es una motocicleta que, desde que la miras, te enamora por su relativa sencillez, pero, ¿por qué relativa?
•Su baja postura inevitablemente dirige la mirada a los detalles más vistosos -y brillosos- como el múltiple y salidas de escape
•Si eres alguien que gusta de la sencillez, te identificarás con su silueta un tanto minimalista
•Destacan los enormes discos de freno (310 mm adelante y 265 mm atrás) y calipers Brembo.
•Las salpicaderas compactas no buscan tanta función, pero sí mantener el diseño
•El anagrama R12 se ha colocado justo arriba de las tapas del motor bóxer.
•El asiento individual es relativamente cómodo, acentuando ese carácter personal, con un guiño de nostalgia al diseño original de la R32
•Un pequeño cuadro de instrumentos informa sobre la velocidad y algunas funciones básicas más; para saber el régimen de vueltas será cosa de puro “feeling” al manillar.
BMW Motorrad R12 nineT: la potencia se hereda y se supera
Las roadster siempre destacaron por su brío metálico y ruidoso; históricamente, ese fue su sello característico, sobre todo en modelos americanos. Y no es que esta creación de la firma bávara no pueda serlo, lo que sucede es que, como buen producto europeo, es más refinada.
La postura al manillar rescata ese carácter ríspido, pero tampoco castiga. Esto tiene mucho que ver con los 75 cm m de altura que hay del piso al asiento, así que, si eres de una talla promedio, la R12 será muy noble con la postura natural que adquieras en el manillar, solo que, los trayectos más largos necesitarán más escalas para estirar las piernas.
Lo anterior nos lleva al consumo. Y es que cuando se dispone de un motor bóxer de 1,200 cc y 95 Hp, la empuñadura derecha resulta tan adictiva como su respuesta y empuje; así que el tanque de 14 litros pronto llegará a la reserva sin previo monitoreo en el display, ya que carece de indicador.
Es probable que 95 hp no impresionen mucho, pero lo interesante de la R12 es la sensación que otorga desde que la enciendes y el chasis tubular contiene la “patada" del motor bóxer de cuatro tiempos, bicilíndrico, con doble árbol de levas. Esta joya mecánica de Motorrad hace mancuerna con otra fórmula ya muy probada por la marca: una transmisión de seis velocidades con embrague hidráulico monodisco, que entrega la potencia vía cardán.
BMW Motorrad R12 nineT: hasta que el camino se termine
Con más de 200 kilos, podríamos pensar que desplazarse por ciudad es una odisea, pero sorprende el trabajo de la horquilla delantera invertida y el conjunto trasero en el que encontramos un paralever, monoshock progresivo con ajuste de precarga y extensión. Todo esto hace la diferencia entre no querer bajarse nunca o una lumbalgia segura.
Rodando en carretera, la R12 es una máquina tan soberbia como personal. Te das cuenta que a veces, la “mercadotecnia tecnológica” nos hace olvidar que “los fierros” son la parte fundamental del motociclismo y ese legado vertido en la R12 nineT, sigue teniendo la capacidad de emocionarnos, de sentirnos libres y otorgarnos un manejo si no tan puro, sí refinado, con mucho aplomo y la fuerza necesaria para entregar potencia sin escatimar.
La BMW Motorrad R12 nineT es esa motocicleta que quizás no sabes que quieres o necesitas, hasta que la manejas y disfrutas un domingo por la tarde en carretera o escapando del tráfico citadino haciendo escala por un café.
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