El papa Francisco inicia el lunes el viaje más largo y lejano de su pontificado, con doce días de gira por cuatro países del sudeste de Asia y Oceanía que representan un desafío a su edad y su frágil salud.
El líder de la Iglesia católica, en plena expansión en Asia, recorrerá 32.000 kilómetros en avión, pronunciará una quincena de discursos y presidirá enormes misas, lidiando a la vez con hasta ocho horas de desfase horario.
La travesía empezará en Yakarta, la capital de Indonesia, donde estará del 3 al 6 de septiembre, antes de partir hacia Papúa Nueva Guinea (del 6 al 9), Timor Oriental (del 9 al 11) y finalmente a Singapur (del 11 al 13).
El viaje estaba previsto para 2020, pero se aplazó por la pandemia del covid. Hasta hace pocas semanas, en los pasillos del Vaticano persistían las dudas sobre si la salud del papa argentino de 87 años le permitiría acometer una gira de este tipo.
Francisco, que normalmente se desplaza en silla de ruedas o con ayuda de un bastón, se sometió en 2023 a una importante operación abdominal y contrajo una gripe en noviembre que le obligó a suspender su viaje a la COP28 de Dubái.
“El papa siempre opina que hay que ir un poco más lejos”, decía recientemente un alto responsable de la diplomacia vaticana. “Se siente capaz de hacer este viaje este año. El año próximo, ya no estará tan seguro”, agregaba.
La Santa Sede precisó que el papa argentino realizará la gira acompañado de su médico y de dos enfermeras, como de costumbre.
Hace casi un año que el pontífice no viaja al extranjero. La última vez fue a Marsella, en el sur de Francia, en septiembre de 2023. Pero en las últimas semanas, Jorge Bergoglio parece gozar de buen estado de salud.
“Su estado general es bueno, no hubo alertas este verano”, aseguró una fuente vaticana.
Aun así, el programa se ha adaptado e incluye una jornada de descanso en Yakarta para reponerse de las 13 horas de vuelo hasta ese archipiélago asiático.
El 45º viaje al extranjero de Francisco abordará varios de los temas predilectos de su papado: el diálogo interreligioso, la ecología, la migración, el papel de la Iglesia en el acceso a la salud y la educación.
El objetivo es “reforzar la soberanía del papa y el papel de la Santa Sede entre los católicos del lugar, crear comunión”, explicó a la AFP Michal Chambon, teólogo y antropólogo de la Universidad Nacional de Singapur.
“Si la Santa Sede quiere enseñar su universalidad, debe acercarse a las tradiciones asiáticas que desempeñan un papel cada vez más importante en el orden internacional”, agregó.
En Yakarta, la capital del país musulmán más poblado del mundo, el diálogo entre cristianismo e islam constituirá el tema principal de la visita, con un encuentro interreligioso el 5 de septiembre en la mezquita Istiklal, la más grande del sudeste de Asia.
Organizaciones como Amnistía Internacional han criticado la discriminación hacia las minorías religiosas en este archipiélago de 17.500 islas, especialmente contra los cristianos.
“Algunas congregaciones llevan años luchando para obtener permisos. Todavía tenemos problemas de tolerancia religiosa”, confirma Krispurwana Cahyadi, un sacerdote jesuita y teólogo que vive en la isla de Java, la más poblada de Indonesia.
En Papúa Nueva Guinea, un país oceánico al norte de Australia, Francisco se reunirá con niños de la calle y se trasladará a la remota ciudad de Vanimo, donde existe una pequeña comunidad de misioneros argentinos.
Probablemente, el papa aproveche la visita para renovar su llamado a defender el medioambiente en un país especialmente afectado por la deforestación y las catástrofes naturales.
Después viajará a Timor Oriental, un país pobre de 1,3 millones de habitantes al este del archipiélago indonesio.
Allí, donde un 97% de la población es católica, se prevé que aborde la delicada cuestión de la violencia sexual en la Iglesia, que tuvo un episodio sonado en este país.
El obispo Carlos Belo, ganador del Nobel de la Paz en 1996 por su trabajo por la independencia de Timor Oriental, fue sancionado en 2020 por el Vaticano, acusado de haber abusado sexualmente de menores durante una veintena de años.
La travesía culminará en Singapur, la cosmopolita ciudad-Estado visitada hace 38 años por Juan Pablo II donde solo un 8% de la población se declara católica.
Pese a una salud frágil, el jesuita argentino quiere honrar la invitación de estos países representativos de lo que él llama las “periferias” de la Iglesia.
Para el profesor Andrea Ungar, presidente de la Sociedad Italiana de Gerontología, “el viaje demuestra la fuerza mental del papa y como, a pesar de su edad, puede todavía actuar”.