El petrolero de bandera griega Sounion sigue ardiendo sin control tras ser atacado la semana pasada en el Mar Rojo por fuerzas Houthi de Yemen. Según recientes declaraciones del Pentágono, la situación está empeorando, con preocupantes signos de fuga de petróleo del buque siniestrado.
El incidente, ocurrido frente a la ciudad portuaria de Hodeidah, con vistas al Mar Rojo, se produce en medio de la creciente tensión en la región.
Los hutíes, que controlan amplias zonas de Yemen, han reivindicado la autoría del ataque, justificándolo como parte de su campaña de solidaridad con la causa palestina en el conflicto con Israel.
El derrame de petróleo del Sounion puede convertirse en una catástrofe ecológica de proporciones históricas. Este buque, clasificado como Very Large Crude Carrier (VLCC, o Buque porta-crudo de gran tamaño), está diseñado para transportar enormes cantidades de crudo por las principales rutas oceánicas. Concretamente, la carga asciende a 150,000 toneladas de crudo, equivalentes a casi un millón de barriles.
Para poner en perspectiva la magnitud de este desastre potencial, basta con compararlo con uno de los peores accidentes de la historia: el vertido de petróleo del Exxon Valdez en Alaska en 1989, considerado uno de los peores desastres medioambientales de la historia. En aquel caso, se vertieron al mar unas 37,000 toneladas de petróleo. La carga del Sounion es, por tanto, más de cuatro veces superior a esa cantidad.
Según la International Tanker Owners Pollution Federation, el mayor vertido de petróleo jamás registrado se produjo en 1979, cuando unas 287 mil toneladas de petróleo se derramaron del Atlantic Empress tras colisionar con otro carguero en el mar Caribe, frente a la costa de Tobago, durante una tormenta.
El general de división Patrick Ryder, portavoz del Pentágono, reveló que los intentos de rescate se vieron obstaculizados por las amenazas de los hutíes. Dos remolcadores enviados por un tercero para ayudar al Sounion se vieron obligados a retirarse ante la intimidación del grupo armado. Ryder condenó enérgicamente estas acciones, calificándolas de "actos temerarios de terrorismo" que ponen en peligro no solamente el comercio mundial y la vida de los marineros, sino también todo el ecosistema del Mar Rojo y el Golfo de Adén.
Este ataque forma parte de una campaña más amplia llevada a cabo por los hutíes en los últimos diez meses, que ya ha provocado el hundimiento de dos barcos y la muerte de al menos tres tripulantes. Las consecuencias de estas acciones están afectando al comercio marítimo mundial, obligando a muchos armadores a evitar la ruta del Canal de Suez, con importantes repercusiones económicas.
Gravísimas consecuencias medioambientales
El ecosistema marino del Mar Rojo, hogar de más de 1,200 especies de peces y más de 250 especies de coral, se enfrenta a una amenaza sin precedentes. Los arrecifes de coral, que cubren unos 17,400 kilómetros cuadrados de la zona, correrían el riesgo de sufrir graves daños o quedar totalmente destruidos. Un derrame de petróleo podría afectar gravemente a la fauna marina, incluidos los aproximadamente 1,100 peces endémicos, más de 450 especies de aves marinas y 20 mamíferos marinos documentados en el Mar Rojo.
Las tareas de limpieza y reparación podrían durar entre cinco y diez años y costar miles de millones de dólares, si se tienen en cuenta incidentes similares. La gravedad de la situación se ve amplificada por las condiciones únicas del Mar Rojo.
Con temperaturas medias del agua de 22°C en invierno y 35°C en verano, y un intercambio limitado de agua que se produce cada 200 años, la dispersión natural del petróleo podría ser extremadamente lenta, prolongando los efectos de la catástrofe durante décadas.