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La Ciudad Abierta

Fernando Rodríguez | 19/08/2024 | 19:03

En esta búsqueda de ideales utópicos para construir nuestras ciudades, además del de Ciudad Suave o Ciudad Inteligente que hemos abordado anteriormente, existe otro concepto muy relevante, la Ciudad Abierta,un ideal difundido por Richard Sennett en su libro "Construir y Habitar: Ética para la Ciudad".

Este modelo urbano trasciende la mera planificación física, entretejiendo lo tangible con lo intangible para crear comunidades con identidad, inclusivas, participativas y democráticas. Busca crear una ciudad que refleje la identidad de sus ciudadanos, siendo transparente y conectada en donde se relacionan los aspectos de la infraestructura física(la ville) y las dinámicas sociales y culturales(la cité). Pero, ¿qué implica realmente hacer una ciudad abierta? ¿Cómo se materializa esta fusión entre el concreto y las ideas, entre los edificios y las personas?

En su esencia, es un espacio urbano que abraza la diversidad, fomenta la participación ciudadana y se adapta continuamente a las necesidades cambiantes de sus habitantes. Es un organismo que respira a través de la porosidad y permeabilidad de sus espacios públicos y las plantas bajas activas de sus edificios, permitiendo el libre flujo de personas, ideas y actividades.

Desde el punto de vista sistémico y social(la cité), la ciudad abierta implementa estructuras de gobernanza que promueven la participación activa de sus ciudadanos. Los procesos de toma de decisiones son transparentes e inclusivos, asegurando que todas las voces sean escuchadas y consideradas, pues reconoce la riqueza de la diversidad y la fortaleza de sus conexiones como motor de innovación y mejora. Este modelo urbano valora y abraza la diversidad en todas sus formas, incluyendo todo tipo de comunidades étnicas, culturales y socioeconómicas.

Pero la apertura de la ciudad no se limita a lo social. Físicamente (la ville), la ciudad abierta se caracteriza por espacios públicos, las plazas, los parques y las calles son accesibles y seguros, diseñados para fomentar la interacción y la cohesión social adoptando la mezcla de usos de suelo en sus barrios. Las fronteras entre lo público y lo privado se difuminan con espacios de transición creando un tejido urbano poroso que facilita la comunicación y la transición entre diferentes áreas y comunidades.

Un aspecto fascinante de este concepto es su apertura al cambio y la experimentación. Pues la ciudad se ve como un laboratorio viviente, donde nuevas ideas y soluciones se prueban y ajustan continuamente. Su arquitectura y urbanismo son "incompletos por diseño", permitiendo una evolución constante que se adapta y es resiliente a las demandas emergentes de la sociedad.

La transparencia, la rendición de cuentas, la equidad y la justicia social son pilares fundamentales para la ciudad abierta. Pues las políticas y diseños urbanos buscan activamente reducir las desigualdades, asegurando que todos los ciudadanos tengan acceso equitativo a recursos y oportunidades, desde vivienda asequible hasta educación, salud, empleo, etc.

Este ideal nos invita a repensar nuestras ciudades no como estructuras rígidas, sino como ecosistemas flexibles y dinámicos, desde el frente físico y sociocultural, para satisfacer nuestras necesidades básicas, nutriendo nuestro espíritu colectivo que celebra la diversidad y fomenta la innovación. La ciudad abierta es un ideal que nos desafía a diseñar no solo a través edificios y calles, sino desde las personas, buscando comunidades vibrantes y democráticas, recordándonos que el corazón de cualquier ciudad no está sus edificios y calles, sino en sushabitantes y las conexiones humanas que florecen dentro de ellas.

Fernando Rodríguez Román