Miércoles 11 de Septiembre de 2024 | San Luis Potosí, S.L.P.
local

Homilia: No es posible vivir sin él

Pbro. Lic. Salvador González Vásquez | 18/08/2024 | 05:56

Nadie vive por si mismo, ni para si mismo. Es necesario vivir por  alguien, y para alguien.
Ya que siempre, vamos a necesitar del otro, de alguien,  que esté más allá de nosotros mismos.
La vida no se entiende, sin estar insertos en un ambiente, que nos permita subsistir. 
Decía Leibniz: que para poder existir, es necesaria  la   existencia de los otros, es decir, se necesita “coexistir”.
Y, para estar completos, necesitamos que los demás también existan. A éstos,  Leibniz los  llama: “composibles”. 
Pero ante todo, para que el hombre viva,  es indispensable que exista Dios. 
Sin un Dios, la vida no se entiende, tampoco se explica la existencia del universo;  de aquello que surge, y luego termina.
Dice el Señor: “Como el Padre, que me ha enviado, posee la vida y yo vivo por él, así también el que me come vivirá por mi”. (Jn.6).
Hay que alimentarse de Dios, para que no se rompa  el vínculo, entre creador y criatura, y así, poder seguir viviendo.
Cuando Dios nos da la vida, no nos  abandona a la suerte; Él, permanece constantemente con nosotros.
Y bien sabemos,  que el alimento es lo que nos mantiene vivos. 
Por eso, Jesús se presenta como el pan vivo; para que al comerlo, vivamos plenamente.
Si venimos de Dios, es necesario orientarnos hacia Él.  Ya que sin Dios, es imposible seguir adelante.
Dijo San Agustín: “ Porque nos hiciste Señor para ti, y nuestro corazón está inquieto, hasta que no descanse en ti”. (Conf. San Ag.lib 1, c. I)
Pbro. Lic. Salvador Glez. Vásquez.
 
 
Evangelio del día
Lectura del santo Evangelio según San Juan 6, 51-58
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:
«Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo».
 
Disputaban los judíos entre sí:
«¿Cómo puede este darnos a comer su carne?».
 
Entonces Jesús les dijo:
«En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.
 
Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida.
 
El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él.
 
Como el Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre, así, del mismo modo, el que me come vivirá por mí.
 
Este es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre».