José Luis Solís Barragán | 16/08/2024 | 13:08
El sistema político mexicano y el Partido Revolucionario Institucional (PRI), fueron construyéndose de la mano;mientras el país comenzaba su transición del movimiento revolucionario y su caudillismo a la institucionalización de sus principios, la consolidación del entonces PNR permitía canalizar la lucha por el poder fuera del ámbito de las armas.
La historia del PRI se liga a la evolución del sistema político; de la búsqueda de la pacificaciónde los liderazgos locales que heredó la revolución, fue la necesidad de que el PNR fuera un partido de caudillos; ante la búsqueda de lograr la legitimidad social por el destierro del viejo caudillo, se evolucionó a la masificación del PRM; y para la consolidación institucional del sistema, el PRI fue la herramienta seleccionada para la institucionalización de la lucha por el poder.
El PRI a lo largo de su historia transitó en diversos ejes; del caudillismo se pasó a un partido de masas, para lograr consolidarse como un partido de Estado y posteriormente adecuarse a la competencia política; en el ámbito ideológico, se guardaron los ideales de la revolución, ante la imposición de la hegemonía neoliberal, para terminar en la indefinición en la que viven actualmente.
El PRI ayudó en la construcción del país al institucionalizar la lucha por el poder, lo que propició una estabilidad política no lograda en América Latina; fue parte fundamental en la transición económica y política garantizando su materialización sin sobresaltos; y asumió su papel en la que perdió su condición de partido preponderante, para convertirse en uno más, dentro del espectro político nacional.
Ese es valor histórico del PRI, es un partido que evolucionó y se adaptó a una nueva realidad; incluso desde la oposición, siguió abonando a la estabilidad, ¿Qué hubiera sido del sexenio de Felipe Calderón, si el PRI no hubiese construido los acuerdos que le permitieran tomar protesta y posteriormente lograr consensos para gobernar?
Es un partido que, como toda institución humana, fue formada por hombres y mujeres con errores y aciertos; con sus propias contradicciones y limitaciones; fue el instituto del que emanaron personajes trascendentales como Jesús Reyes Heroles y Pascual Ortiz Rubio; pero también vio surgir a impresentables como Javier Duarte y Emilio Lozaya.
El PRI fue empujado a evolucionar, a adaptarse a una nueva realidad política, a entender su condición; pero muchos priistas no entendieron que el país cambió y que, de aquel viejo partido de Estado, solo debe quedar el recuerdo de los errores para evitar cometerlos de nuevo.
El tricolor avanzó y fue competitivo en la nueva arena electoral, pero muchos priistas siguieron convencidos de que el país se estancó y por ello su paso en los gobiernos Federal, Locales y municipales, fue de corrupción y de frivolidades, mostrando el peor rostro del sistema político.
El PRI intentó abrirse a la democracia interna, logrando incluso dirigencias y candidaturas emanadas por el método de consulta a la base; pero muchos priistas siguieron pensando que la sumisión y “disciplina partidista” eran las virtudes que hacían un partido sólido, sin entender que la solidez democrática emana de la pluralidad y no del servilismo.
El PRI logró entender que la sana distancia con el poder no sacrifica capacidad de gobernar, pero sí permite la critica que brinda mayor fortaleza como competidor político; pero muchos priistas pensaron que el poder los requeriría igual que cuando se diseñó el sistema político, por ello buscaron la sombra que les daba el poder, ello incluso cuando el Titular del Ejecutivo emanará de un partido diferente.
Hoy el PRI vive quizás el punto más complejo de su propia crisis, no es una crisis novedosa, pero si se ha venido profundizando con el paso de años; y para colmo de los males del viejo partido de Estado, los priistas que hoy lo controlan, son justo aquellos que no entendieron que el país y el instituto político habían cambiado.
Alejandro Moreno alcanza la relección, sin necesidad de rendir cuentas por sus fracasos y la sombra de corrupción que pesa sobre él; se le dota de facultades para decidir libremente en base al compadrazgo quienes serán los coordinadores de las fracciones parlamentarias; y en plena crisis por la huida de muchos priistas, tienen el cinismo de correr militantes solo por no coincidir ciegamente con sus dirigentes.
Que lamentable que una amplia mayoría de un órgano cooptado por la dirigencia no tuviera la capacidad de generar una autocrítica que frenara la intentona de perpetuarse en el poder, de consolidar una imposición que no abona en nada a la historia del PRI, ni a la realidad política actual.
El PRI con sus propios yerros evolucionó durante años e intento adaptarse, ello pese a que muchos priistas, no siempre lo consiguieron, sin embargo, hoy la pequeñez de la dirigencia y sus integrantes, hace que el conformismo, los haga solamente transitar de un dinosaurio reumático y en etapa terminal, a una lagartija, es decir decidieron involucionar; pero en esa pequeñez, solo cabe Alejandro Moreno y sus amigos que su única aspiración es no cometer la equivocación de aquella máxima que se pregonaba: “vivir fuera del presupuesto, es vivir en el error”.