Oscar Esquivel | 08/08/2024 | 15:04
Un principio que tendrá final, entonces podríamos pensar que hubo un tiempo antes del principio, y así en infinito hacia atrás, el principio de todos los tiempos, es el dilema de la existencia misma del universo, de las cosas, de los animales, el hombre mismo con intelecto, sabiduría y razonamiento.Piensa y existe, como decía Descartes, primero pienso y luego existo. Hasta donde nos alcanza el conocimiento sabemos que la existencia misma proviene de la inexistencia, hasta que alguien o algo, generó la vida. ChuangTsé filósofo chino de los años 390 dc, ya se preguntaba sobre la existencia natural de las cosas, aquellas que aún hoy se nos hace difícil comprender.
“Si hubo una época, en que nada existió, debe haber habido un tiempo en que ni la nada existió, súbitamente la nada comenzó a existir”, “aun las palabras que acabo de pronunciar, no se dice si dicen algo o no”,En el libro El Camino de la Naturaleza, simplemente es un referente a la transformación de las cosas, su principio y final.
No somos eternos, ni entes superiores que podemos cambiar la existencia misma de las cosas, ni el orden como se encuentran, ni tampoco seres únicos, lo que, si somos, un cuerpo con cerebro tan complejo que nos hace razonar, comprender quienes somos y tratar de entender nuestra misión en el mundo, este mundo donde el hombre es el amo de todo, quien dispone quien existe, quienes desaparecen, la naturaleza a nuestros pies. Se olvida el mandato natural,de el ahora existo y mañana no seré nada.
Eutanasia entre el amor y la moral
A lo anterior, podemos decir, el poder otorgado, ¿por quién? Nunca lo sabremos, para tomar decisiones personales y colectivas sobre otros seres humanos, el amor queda en segundo término. Conforme avanzan los pensamientos liberales, no libertarios, nos adentramos en el mundo del dolor, sufrimiento crónico, aquel que convierte la aflicción y el tormento de la enfermedad física y mental, en una tristeza que no tiene lágrimas, simple desconsuelo, que irrita el ser, el cuerpo y hasta la misma moral, se tiene miedo de uno mismo, de causar dolor al familiar. El mismo profesional de la salud, que ve en el hombre enfermo el fin de su existencia y como herramientas que le da la ciencia, solo aumenta la dosis de alguna droga, su amor a la profesión, noble y humana, solo se limita verlo tranquilo, después de adminístrale un coctelquímico aminorando el dolor, no el sufrimiento,al paciente lo mantendrá en estado casi catatónico, que no le permitiráen el último minuto de su vida, ni siquiera despedirse de sus seres queridos.
Ya no hay amor, solo prejuicios, esos que oxidan la vida, pero tarda en corroerse.
7.6%, solo este porcentaje de enfermos en etapa terminal tienen acceso a cuidados paliativos, el resto, con valentía y un paracetamol esperan la muerte.Para el niño Alejandro “N” de 14 años, pronto llegará el día de justicia, desafortunadamente, Alex continúa esperando la muerte después de dos años. Votos porque pronto se haga justicia social.
La aplicación de la eutanasia es un acto de amor, al paciente, a la familia y a la misma sociedad.
Donación de la carne.
Siete son los órganos que una persona puede donar, solo basta con desearlo para que, a la muerte, se puedan donar todos los órganos posibles, es tan desafortunado en ocasiones hablar del tema, ponerlo sobre la mesa como una prioridad nacional. La mejor razón para donar es el amor al prójimo, tus órganos son carne que no te llevarás cuando tu espíritu se aleje del cuerpo, pero para algún enfermo es la vida misma, es una “refacción” que le cambiara la vida. En México y Latinoamérica solo se realizan en lo publico y privado, 25 trasplantes por millón de habitantes, en países desarrollados llegan a tener 100 trasplantes por millón. Razones sobran, muchos dirán su capacidad hospitalaria, el dinero, la capacitación médica, es la diferencia, pudiera ser que sí, pero lo mas importante es cuando dejaron de tener prejuicios, dogmas religiosos, conductas moralistas y posturas ideológicas partidistas electoreras.
Una persona comentaba que fue a tramitar su licencia y la señorita que la atendió, hizo todo para persuadirla de no registrar su deseo de donante, pues para la burócrata, seria blanco de la delincuencia y el trafico ilegal de órganos, su vida estaría en peligro al hacerlo.
Nuestro país envuelto en un sin número de escrúpulos religiosos, creencias en la reencarnación y la resucitación de los muertos, falsas morales y desconocimiento, hace que el atender a 25 personas por cada millón sea un martirio. La falta de infraestructura médica es evidente, pero la más grave es la insuficiencia de donadores por motivos meramente prejuiciosos. Si comparamos leyes, en otros países al morir puedes negarte a ser donante si es la voluntad, pero si es tu deseo donar tus órganos, los familiares a tu muerte no pueden evitarlo, como sucede aquí en el país.
La voluntad del muerto, ya no es su voluntad, ahora todo lo tuyo y tu mismo, le perteneces a la “moral”.
La córnea, representa el 50% de los métodos de trasplantes, los riñones el 43.5% entre donantes vivos y muertos, el hígado uno de los más solicitados 4.0%, el corazón y pulmones apenas 0.7y 0.2% respectivamente, el resto poco frecuentes, intestino delgado, páncreas, etc.
La revolución del amor que hace falta, porque creo, nadie estaría dispuesto a vivir circunstancias como estas, ni en lo personal, ni a un familiar, entonces, ningún religioso, ni político, ni jilguerillos sectarios, que no escuchan la voluntad del paciente, solo les interesa su “verdad” “según la palabra de Dios”, se olvidan de lo principal el “Libre albedrio”, anteponen sus falsas palabras, a la voluntad del hombre en sus últimos días. Donar después de ya no ser nada.
Porque, así como en la eutanasia y la donación de órganos, es triste escuchar a los ortodoxos de las religiones y sectas, sobre todo cristianas, el mismo Vaticano, negarse a reconocer el genocidio Israelita en palestina y el asesinato de miles de niños, que son los preferidos de Dios.
Algún día se hará y tendremos la revolución del amor.
Nos saludamos pronto
OSCAR ESQUIVEL