Lunes 9 de Septiembre de 2024 | San Luis Potosí, S.L.P.
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Homilía: Hay que ganarse el pan de la dicha

Pbro. Lic. Salvador González Vásquez | 04/08/2024 | 04:01

Todos queremos vivir en paz, pero nadie se esfuerza por alcanzar lo que desea.
 
Que fácil es olvidar, que lo más grandioso, no se logra sin algún esfuerzo.
 
Dice Mateo: “Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora el reino de los cielos sufre violencia, y los esforzados lo alcanzarán”. (Mt. 11,12).
 
Para vivir las  alegrías del cielo, hay que violentarse, y romper con las costumbres que no nos  dejan vivir en paz.
 
Hay que trabajar, para ganar el pan; sin olvidar, que lo más importante es  ganarse el cielo.
 
Dice el Señor: “No trabajen por ese alimento que se acaba, sino por el alimento que dura para la vida eterna y que les dará el Hijo del Hombre…”. ( Jn.6).
 
El pan material nos llena, pero no abastece el corazón, ni fortalece el alma; es un pan, que por llenar, no aligera.
 
En cambio, el pan celestial nutre, aligerando la carga acumulada en  el andar de los años.
 
Hay que buscar, y ganar la vida verdadera; la que llena de gozo, y, no conformarse  con migajas.
 
Dice el Evangelio: “Yo les aseguro que ustedes no me andan buscando por haber visto signos, sino por haber comido de aquellos panes hasta saciarse”. (Jn.16).
 
Por buscar el pan que se termina, vamos gastando vida.
 
San Agustín decía: “Buscáis la vida feliz en la región de la muerte. No está allí. ¿Cómo va a haber vida feliz, donde ni siquiera hay vida?”. (Sn.Ag.Conf. lib4, capXII).
 
Tendríamos que preguntar: ¿Por dónde hay que empezar a buscar la dicha?  para no sufrir inútilmente.
 
Tampoco esperemos,  a que Dios haga todo; si nos queremos salvar, pongamos de nuestra parte. 
 
Dijo  San Agustín: “Porque el que te creo sin ti, no te salvará sin ti”. 
 
Pbro. Lic. Salvador Glez. Vásquez.
 
 
 
 
Evangelio del día
Lectura del santo Evangelio según San Juan 6, 24-35
En aquel tiempo, cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, se embarcaron y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús.
 
Al encontrarlo en la otra orilla del lago, le preguntaron:
«Maestro, ¿cuándo has venido aquí?».
 
Jesús les contestó:
«En verdad, en verdad os digo: me buscáis no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros. Trabajad, no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre; pues a este lo ha sellado el Padre, Dios».
 
Ellos le preguntaron:
«Y, ¿qué tenemos que hacer para realizar las obras de Dios?».
 
Respondió Jesús:
«La obra que Dios es esta: que creáis en el que él ha enviado».
 
Le replicaron:
«¿Y qué signo haces tú, para que veamos y creamos en ti? ¿Cuál es tu obra? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: “Pan del cielo les dio a comer “».
 
Jesús les replicó:
«En verdad, en verdad os digo: no fue Moisés quien os dio pan del cielo, sino que es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo».
 
Entonces le dijeron:
Señor, danos siempre de este pan».
 
Jesús les contestó:
«Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed jamás».