Dr. Jaime Chalita Zarur | 29/07/2024 | 11:35
Se dice que la familia es el núcleo de la sociedad y que, lo ha sido por muchos años. El misterio del porqué el ser humano llega a esta existencia, está aún en la etapa de saberlo pero y por ello, la fragilidad del hombre y la mujer y, literalmente casi siempre se trata de olvidar pues, saberse finito, es decir, terminal, nos asusta.
El olvido a propósito de la eventual pero, segura muerte, nos asusta y deseamos alejarlo lo más posible en nuestra inmensa ignorancia, pues el destino de cada quien está marcado. Nadie pasa de día que nos está asignado para la partida de este plano llamado vida.
Esta falta inducida o, propósito del olvido de lo frágiles verdaderamente, como somos pero que, permanece en nuestro sub consiente, y tratando de engañarnos, nos hacer creer que somos inmortales y permaneceremos en esta vida siempre.
Fundado en esta falacia de querer olvidar que algún día moriremos, es que queremos inmortalizarnos para escribir una página de la historia de la humanidad. De ahí en adelante se fincan muchos vicios sociales como las ansias de tener más y mejor que los demás. Atesorar lo ficticio, como es el dinero, fabricado para obtener materialidad que, aleja los límites y contenciones de la acumulación, provocando desencuentros entre los humanos, por decir lo menos o, las guerras cuando mal nos va.
Nada de lo que se tiene en esta vida realmente nos pertenece. Se que se piensa que para ello las personas trabajan pero, sigue sin ser realmente de nosotros, y nada nos llevamos de aquí, nada.
Alimento, vestido, autos, edificios, casas, calles, todo cuanto vemos y tenemos, realmente ha sido extraído de la Tierra y el costo que se ha pagado por ello, es solo un invento para adueñarse de lo que no se es dueño.
Utópico, irreal, como se quiera pero, esto ha sido la distorsión de la conducta del ser humano y su avaricia en la mayor parte de la humanidad. Tener más y mejor que los demás, dominar a través de la riqueza material a los demás, someterlos y esclavizarlos, parece ser el ánimo que nos domina.
De hecho, veremos ya, los efectos muy nocivos que hemos creado y, soportado como sociedad. Los que mandan se convirtieron en los que obedecen, aún cuando en la letra de las leyes dicen quienes son mandantes y quienes son mandatarios.
Al rededor de ocho mil millones de personas viven en este plante Tierra. Podría tener más habitantes pero, la concentración humana es enorme además, si fuésemos más consientes socialmente y supiéramos compartir los espacios igualmente los gobiernos se preocupará por las necesidades de sus pueblos, tendriamos paz y convivencia sana.
Nuestro municipio, nuestro Estado, el País y mundo necesita ciudadanos de primera, no de quinta.
@jaimechalita