José Luis Solís Barragán | 29/07/2024 | 11:34
LOS RESULTADOS ELECTORALES DEL 2018 en lo que se refiere a la composición del Poder Legislativo Federal tomaron a todos por sorpresa, empezado por una oposición que creía podría recuperar espacios, a los analistas, a al propio mercado y quizás no lo quieran reconocer, pero al propio Presidente y a los partidos gobernantes.
ESTE TRIUNFO AVASALLADOR DIO una bocanada de aire a un sexenio que debía haber comenzado a apagarse, ya que de forma atípica el proceso electoral no era sobre Claudia, sino que el presidente lo convirtió en un referéndum de sí mismo.
LOS RESULTADOS DEL referéndum en lugar de coadyuvar en la transición la hicieron más compleja de lo esperado, ya que si bien es cierto el presidente logró controlar su sucesión y darle continuidad a su legado, la realidad es que lo empoderó y le hizo querer emprender “el segundo piso de su transformación”, en su mandato, lo que deja en un margen muy estrecho de actuación a un Gobierno que sigue sin nacer.
EL PRESIDENTE DESDE INICIO DE año había planteado una serie de cambios constitucionales y legales que “consolidaran su transformación”, algunas reformas merecen pleno análisis, otras más parecieran una tendencia más de búsqueda de simpatía social; y otras tantas una afrenta personal a quienes no comparten la “causa” lopezobradorista.
EN FEBRERO TODOS ASUMIMOS que la propuesta presidencial era un intento por controlar la agenda mediática, presentar propuestas claras de gobierno que se materializarían con la continuidad esperada, por lo que era un esfuerzo por reforzar la votación a favor del movimiento; y por ello, la entonces candidata Claudia Sheinbaum acusó recibo, aceptando la agenda que se debía impulsar para la siguiente administración.
ES EVIDENTE LA EXISTENCIA DE vínculos ideológicos entre Andrés Manuel y Claudia, pero eso no implica que tienen pensamientos idénticos, quizás eso es hoy el temor en Palacio Nacional, que, si bien hay vasos comunicantes de pensamiento, Claudia si impulse lo que ella denominó como la “continuidad con sello propio”, situación que quizás en la lógica presidencial mancharía el legado que debe postergarse en los anales de la historia.
UNA FALTA DE CONFIANZA O UNA personalidad muy imponente son las razones que explicarían la prisa de Andrés Manuel para que durante su gestión se logren las reformas de la “consolidación”; solo eso podría dar un norte para entender la reformitis innecesaria que compromete no sólo a la economía al meter presiones, sino que limita a un gobierno que debe encontrar un espacio que le permita construirse y legitimarse.
LA REFORMISTIS INNECESARIA pareciera más una decisión tomada desde la euforia del festejo poselectoral, que un razonamiento claro basado en un diagnóstico sensato, que nos habla de las problemáticas y las posibles soluciones que coloquen a México en el rumbo del bienestar que demanda la ciudadanía.
LAS REFORMAS QUE SE PLANTEAN y que se pretender votar al vapor de la euforia del triunfo, no son cuestiones superfluas que puedan ser analizadas y procesadas de forma irresponsable, ya que hablamos de cambios que reconfiguran al país mismo y plantean el surgimiento de un sistema diferente al concebido actualmente, hablamos de cambios en para el Poder Judicial que refundan a la institución, en la composición del Congreso, que cambia la lógica de la representación política, y reconstrucción de la centralidad del poder al desparecer a muchos de los órganos constitucionalmente autónomos.
AHORA NO SÓLO ESTÁ EN JUEGO LA composición política del Estado, está comprometiéndose las finanzas futuras del país, la reforma en materia de pensiones y el impacto financiero de ello, a la vez que se pretende impulsar a rango constitucional el apoyo a los jóvenes.
¿CUÁL ES LA PRISA POR CONSEGUIR todo en las últimas horas de la LXV Legislatura y de la gestión del presidente López Obrador? ¿No es más sensato que llegue una nueva legislatura y que el nuevo Gobierno defina los términos que mejor le acomodan para dirigir al país? ¿No sería una cortesía del Presidente en funciones dejar que la nueva gestión tenga margen de decisión sobre el futuro y los riesgos que quiere tomar?
EL CONGRESO DECIDIÓ AVANZAR en la ruta para complacer una petición del presidente y por ello, plantea una reformitis acelerada innecesaria, y esto no es porque no sean necesarias las reformas, sino porque se está sacrificando el análisis y sobre todo la posibilidad de escuchar a todas las voces que pueden contribuir a realizar cambios que realmente ayuden al país.
LA REFORMITIS EN LOS TÉRMINOS en que se está planteando puede traer muchas consecuencias, la más inmediata una presión económica innecesaria por la incapacidad de unos legisladores de tener paciencia y simplemente querer el aplauso fácil con el poder; la segunda, una consecuencia política al restarle legitimidad a una presidencia que aún no comienza y en este mismo sentido, habrá una destrucción institucional en aras de ir a la aventura de ver que encontramos del otro lado del río.
LA MONEDA ESTÁ EN EL AIRE Y quizás es el momento idóneo para ver a una Claudia tomando las riendas y frenando el ritmo de un Congreso que avanza desbocado con tal de conseguir la estrellita que asumen les dará el presidente López Obrador.
@josesolisB