Fernando Rodríguez | 25/07/2024 | 17:08
"Las ciudades que son diseñadas para los autos, son ciudades sin equidad". Como ciudadanos, muchas veces no vemos la realidad completa de nuestra ciudad. Asumimos que la mayoría de las personas tienen auto porque es lo que observamos normalmente en las calles.
Sin embargo, la realidad es distinta: la mayoría de las personas se desplazan en transporte público y, a nivel nacional, solo un tercio de los hogares poseen un auto. Estos datos evidencian la desigualdad en el acceso a oportunidades y servicios a través de un derecho tan fundamental como el de la movilidad.
Es una realidad incómoda y difícil de aceptar, pero en México, el 80% de la población gana menos de $15,000 pesos al mes (INEGI). Esto nos hace preguntarnos, ¿Cómo pueden las personas acceder a oportunidades y servicios básicos, como la educación, la salud y el trabajo, sin que cueste tanto como un coche o como tener que arriesgar la vida llegando a otros lugares? La respuesta es simple: necesitamos alternativas de movilidad más equitativas.
La movilidad activa es una de ellas. Utiliza la energía del propio cuerpo para moverse, ya sea caminando, en bicicleta, patinetas, patines o monopatines. Está comprobado que esta es la forma más saludable de moverse, pues libera endorfinas, nos mantiene saludables y en buena condición física, es muy barata, no contamina, disminuye el tráfico y los siniestros viales, y facilita la interacción social, entre otras cosas positivas, y lo mejor de todo, es que democratiza el acceso a los servicios y oportunidades de la ciudad.
Sin embargo, la realidad en nuestra ciudad es otra. Vivimos en una ciudad en donde se ignoran sistemáticamente los múltiples siniestros viales y se normalizan las lesiones y muertes. Y lastimosamente, esta es la principal razón por la que muchos que podrían usar la bicicleta no lo hacen, sin embargo, aquellos que "no tienen de otra" se arriesgan diariamente para ir a su trabajo o a la escuela.
De ahí surge este movimiento activista a nivel nacional por el derecho a la movilidad, que logró que en 2020 se reconociera como un derecho constitucional. Y en mayo de 2022 se creó una Ley de Movilidad que obligaba a los congresos estatales a armonizarla en 180 días. Hoy han pasado ya 620 días y en SLP aún no tenemos una Ley General de Movilidad y Seguridad Vial en el Estado.
Por ello, es por eso que localmente varios colectivos han impulsado la iniciativa ciudadana #LeySanti, una ley de movilidad para el Estado que busca crear una infraestructura sistémica, normativa y legal que sustente la infraestructura física segura y más equitativa en nuestra ciudad que promueva una cultura de la movilidad integral.
El Instituto Municipal de Planeación (IMPLAN) tiene una responsabilidad enorme sobre sus hombros en avanzar hacia una ciudad más equitativa, saludable y sostenible con la planeación de las rutas ciclistas urbanas. Como ciudadanos, seguiremos de cerca sus acciones, con las puertas abiertas para la colaboración con un enfoque en resultados reales por un SLP más amable. Invito a los lectores a usar la bici por salud y como símbolo de resistencia y exigencia del derecho a la movilidad.
Fernando Rodríguez Román