Para Arturo Ripstein, el cine es un juego obsesivo porque, incluso cuando tiene una película terminada, ésta no deja de rondar su cabeza con pesares que sólo se detienen cuando hace otro proyecto que reemplaza al anterior.
Los Recuerdos del Porvenir (1968), por ejemplo, no le gusta porque la censura gubernamental lo llevó a hacer una versión que desmerece la novela de Elena Garro, mientras que La Mujer del Puerto (1991) tuvo que recortarse en 17 minutos en contra de su voluntad para ser estrenada.
Pero en una comida con el distribuidor Alfonso López, de Alfhaville, el director terminó por aceptar hacer un listado con sus 10 películas que más le gustan de las 34 que tiene, lo que originó el libro "Decálogo Personal (De y Sobre) Arturo Ripstein".
Tras recibir los títulos, que incluyen El Imperio de la Fortuna (1986), El Lugar Sin Límites (1978), El Castillo de la Pureza (1973), El Diablo Entre las Piernas (2019) y Profundo Carmesí (1996), López se encargó de buscar críticas que hablaran de cada cinta.
"No solamente de aquí de México, sino de Latinoamérica. Buscábamos un análisis que arrojara luz sobre la obra", explicó López, en entrevista, tras presentar el libro en el Festival Internacional de Cine de Guanajuato (GIFF).
El productor Roberto Fiesco, quien se sumó a la charla, indicó que sobre Ripstein hay muchos más libros publicados que de los ganadores del Óscar Alfonso Cuarón y Alejandro G. Iñárritu, aunque esto es en el extranjero.
Acotó que probablemente el libro más reciente hecho en México sobre el octogenario director sea "Arturo Ripstein Habla de su Cine con Emilio García Riera", publicado en 1988.
"En Francia, Italia y Argentina hay más aprecio por la obra de Arturo que en México. Es un director cuya obra está en muchísimos festivales, ha estado varias ocasiones en San Sebastián y Cannes, es de esos casos donde afuera lo ven como un verdadero autor cinematográfico", indicó López.
Este año el GIFF subsanó parcialmente aquella deuda al rendirle un homenaje a Ripstein, que culminó ayer con la presentación del libro y una charla entre Fiesco y Ripstein, donde el realizador evocó distintos recuerdos.
Compartió, por ejemplo, que ante la negativa de su padre, el productor Alfredo Ripstein para dejarlo incursionar como director, tuvo que amenazarlo con darse un tiro o dispararle.
Una de sus historias más aplaudidas fue cuando para convencer a Gonzalo Vega de besar a Roberto Cobo en El Lugar Sin Límites, el propio realizador tuvo que besar primero a Vega para demostrar que ese acto entre hombres no era nada del otro mundo.
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