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Homilía: Si el pastor está herido, las ovejas andan dispersas

Pbro. Lic. Salvador González Vásquez | 21/07/2024 | 03:59

Es inútil pedir amor, al que se encuentra herido.
 
Porque nadie, puede dar lo que no tiene; para dar amor, se necesita haber vivido la experiencia del amor.
 
Para ser un buen papá , es necesario haber sido un buen hijo. 
 
De igual manera, para ser un buen pastor, es necesario sentirse  oveja ante los ojos de Dios.
 
Pero el cansancio, y  las fatigas de la existencia, van abriendo surcos que debilitan el alma.
 
Y si el “pastor” está herido, no sabrá cómo consolar a las ovejas.
 
Ya lo dice la escritura: “Heriré al pastor, y serán dispersadas las ovejas..(Zac. 13,7).
 
Por tanto, es indispensable que volvamos a Dios, para sanar las heridas, y aligerar el peso de la vida. Ya que, las heridas nos quitan la fuerza para  amor.
 
Hoy, el Señor nos invita a volver con Él, para recuperarnos del cansancio, y nos dice: “Vengan conmigo a un lugar solitario, para que descansen un poco.
 
Porque eran tantos los que iban y venían, que no les dejaban tiempo ni para comer”. (Mc.6).
 
El exceso de trabajo, causa un desgaste emocional, que nos orilla a olvidar quienes somos;  y el motivo de nuestro esfuerzo.
 
Y, es desde ahí, que el “pastor” queda expuesto a fallar. Y si el pastor está mal, las ovejas están perdidas; sufriendo la  decepción. 
 
No que olvidar,  que si fallan los “pastores”, aún nos queda Jesús,  el único, y buen pastor. 
 
Así, lo dice el Salmo 22: “El Señor es mi pastor, nada me faltará”.
 
Los enviados, podrán fallar, por causa de las heridas. Pero, si falla el enviado,  viene el Buen Pastor a rescatarnos, y darnos el alivio, así lo dice la Escritura: “Yo mismo reuniré al resto de mis ovejas de todos los países a dónde las había expulsado y las volveré a traer a sus pastos…”. (Jer.23).
 
Volvamos a Dios, para encontrar  consuelo. 
 
Hay que volver a ser hijos, para que podamos ser buenos padres, y mejores pastores.
 
Pbro. Lic. Salvador Glez. Vásquez.
 
 
 
 
 
Evangelio del día
Lectura del santo Evangelio según San Marcos 6, 30-34
En aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús, y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Él les dijo:
«Venid vosotros a solas a un lugar desierto a descansar un poco».
 
Porque eran tantos los que iban y venían, que no encontraban tiempo ni para comer.
 
Se fueron en barca a solas a un lugar desierto.
 
Muchos los vieron marcharse y los reconocieron; entonces de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron. Al desembarcar, Jesús vio una multitud y se compadeció de ella, porque andaban como ovejas que no tienen pastor; y se puso a enseñarles muchas cosas.