Los griegos lo sabían: las tragedias más tremebundas son las cercanas. El entorno familiar nos define en más de un sentido: una caja de resonancia que reverbera emociones, angustias y quizá, destino.
De una familia compleja nos habla Niña Buena, Niña Mala.
Australia. Sarah (Sarah Snook) es una doctora especialista en fertilidad, quien acaba de perder a su padre. Ella vive con su pequeña hija Mia y ambas resienten la ausencia del abuelo. Pero esta melancolía parece que llegará a un extremo.
La cinta de Daina Reid, presentada en Sundance este año, logra establecer un ambiente ominoso desde el primer momento. Los vientos huracanados, los tonos azulosos y la música intrigante presagia la tormenta que se viene.
Ésa es la primera ventaja de este filme de terror psicológico: una sensación de desasosiego que se expande sigilosa, como una gangrena que nos va carcomiendo.
Podrían criticarse, en la creación de esta atmósfera, la recurrencia de elementos clásicos de las cintas de suspenso: los indicios de senilidad, la presencia de animales misteriosos, los recuerdos.
Dichos elementos son heredados, de alguna manera, de la novela gótica, trasladada, en este caso, a las grandes y áridas planicies australianas. Pervive el aislamiento, la casa abandonada, la locura y sobre todo, los secretos. Y les advierto: hay un ritmo pausado, no esperen los clásicos brincos provocados.
El guion es minimalista, y son pocos los actores que pueblan esta trama. La mayor responsabilidad recae en Sarah Snook como la madre culposa y desquiciada, y Lily LaTorre como la pequeña Mia. La segunda resulta impresionante, dominando la expresión facial. Una verdadera revelación.
Lo que nos lleva a la primera premisa: la siempre compleja relación entre madres e hijas impacta constelaciones familiares. Esas dinámicas de rivalidad permean y trascienden. A veces, con consecuencias fatales.
NIÑA BUENA NIÑA MALA
Tres estrellas
Dirige: Daina Reid
Actúan: Sarah Snook, Lily LaTorre, Neil Melville
Duración: 100 min.
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