La historia del bosque de Chapultepec abarca más de 3,000 años. El material arqueológico que se ha encontrado en su territorio y los documentos históricos recopilados a lo largo del tiempo dan testimonio del paso de diferentes culturas y los cambios estructurales que ha atravesado.
El seminario permanente de “Antropología de la montaña y el clima” realizó la cuarta sesión, con la conferencia La historia de los lagos en los alrededores del volcán de Chapultepec, presentada por la arqueóloga e investigadora del Museo Nacional de Historia, Castillo de Chapultepec, María de Lourdes López Camacho.
Durante la transmisión virtual, por la página de Facebook de la Dirección de Estudios Históricos (DEH) del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), dependencia de la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, la ponente explicó que el sitio conocido popularmente como ‘cerro’ de Chapultepec se ubica en la orilla occidental de lo que en otros tiempos fuera un complejo lacustre de la Cuenca de México, el cual contaba con diversos manantiales y depósitos de aguas naturales, lo que ha propiciado que la ocupación de esta región sea continua desde tiempos prehispánicos.
Los mapas alusivos al periodo Preclásico (2500 a.C.) muestran que la Cuenca de México estaba enmarcada por la Sierra de las Cruces al oeste, por un sistema de volcanes al este, entre los que destacan el Popocatépetl y el Iztaccíhuatl, y en medio se encontraba un gran lago que con el tiempo se secó, dando lugar a la aparición de los primeros conos volcánicos de Chapultepec, Peñón, Zacatépetl y Tlapacoya, explicó.
La invasión española, en el siglo XVI, apuntó, dio origen a diversos cambios en la urbanización del lugar y modificó el cauce del líquido para satisfacer las necesidades agrícolas de la época; por lo tanto, para 1889, ya solo existían algunos manantiales en la zona, y el lago de Texcoco aparece con algunos embalses alrededor.
La arqueóloga recordó que en 2014 se realizó un proyecto de rescate arqueológico, durante el cual se hallaron evidencias de un lago prehistórico, ubicado a las faldas del cerro de Chapultepec, el cual se extendía en lo que actualmente es el circuito interior, donde se encontraron restos de megafauna, lo que indica que en ese lugar descansaban las orillas de un cuerpo acuífero, de finales del periodo Cuaternario (hace 2.6 millones de años).
Durante el porfiriato (1877-1911), relató López Camacho, se reestructuró y amplio el bosque de Chapultepec, y en 1895, se formó una comisión para rescatarlo, en ese momento se planificó la construcción de un lago artificial que conectara con otro de menores dimensiones, en la primera sección.
El objetivo de Porfirio Díaz, puntualizó, era tener un espacio digno para los festejos del centenario de la Independencia y crear un sitio de recreo, al estilo de los mejores bosques europeos, como el Parque del Retiro en Madrid, el bosque de Bolonia o el Jardín de las Tullerías en París, entre otros.
La excavación para la construcción de los lagos artificiales en la primera sección de Chapultepec comenzó en septiembre de 1901. “Para marzo de 1902 mucha gente ya acudía al lago menor y, posteriormente, continuaron las excavaciones del segundo lago, que sería más grande”.
En febrero de 1958, el antiguo Departamento del Distrito Federal adquirió diversos terrenos para ampliar el bosque, y comenzó la construcción de los lagos de la segunda sección: el lago mayor se culminó en 1960, y el lago menor, en 1964.
El bosque de Chapultepec, concluyó la ponente, “se redescubre como un sitio arqueológico, histórico ecológico, público y gratuito, cuyo cuidado es responsabilidad de todas y todos los mexicanos”.