María Aranzazu Puente Bustindui | 11/07/2024 | 09:28
Estimadas y estimados amigos de plano informativo, recientemente, en una de sus habituales conferencias matutinas, el presidente Andrés Manuel López Obrador admitió el fracaso del Instituto de Salud para el Bienestar (INSABI). Reconoció que no se logró lo que se esperaba en materia de salud, lo que llevó a la extinción del INSABI en 2023. Desde entonces, se ha intentado implementar el modelo IMSS-BIENESTAR, pero este aún no ha logrado consolidarse, dejando a millones de mexicanos sin acceso a servicios de salud y dejando en la incertidumbre a médicos, enfermeras y demás personal sanitario.
El reconocimiento de los errores es un primer paso positivo, pero la salud no puede ser objeto de experimentos. Los ciudadanos, al enfrentar enfermedades, esperan al menos una atención de calidad, una expectativa que, lamentablemente, muchos no han podido ver cumplida. La salud es un derecho fundamental y no un privilegio, y su acceso debería estar garantizado sin importar las circunstancias.
La salud es el pilar que sostiene el bienestar de las personas y sus familias. Cuando alguien se enferma, no solo se ve afectada su calidad de vida, sino que toda la estructura familiar sufre el impacto. Las enfermedades graves pueden llevar a la ruina económica de las familias que deben costear tratamientos privados debido a la ineficacia del sistema público. Además, la falta de acceso a servicios médicos adecuados provoca que las enfermedades se agraven, aumentando el sufrimiento humano y la mortalidad evitable.
El INSABI nació con la promesa de reemplazar al Seguro Popular y ofrecer un sistema de salud más inclusivo y efectivo. Sin embargo, su gestión estuvo plagada de deficiencias logísticas, falta de insumos y una burocracia incapaz de responder a las necesidades de la población. Los hospitales enfrentaron escasez de medicamentos, equipo médico obsoleto y personal insuficiente, factores que han contribuido a una crisis de salud pública sin precedentes.
El modelo IMSS-BIENESTAR, concebido para sustituir al INSABI, aún no ha logrado consolidarse. A pesar de los esfuerzos, la falta de infraestructura y la incertidumbre laboral para los trabajadores de salud continúan siendo grandes obstáculos. Millones de mexicanos siguen sin acceso a servicios médicos adecuados, y los profesionales de la salud trabajan en condiciones precarias, lo que afecta la calidad de la atención.
Es crucial que el sistema público de salud se consolide de una vez por todas. No podemos seguir permitiendo que la salud de millones de mexicanos dependa de experimentos administrativos y cambios de modelo que no terminan de cuajar. La salud debe ser un asunto central y prioritario para cualquier gobierno, y con el inicio del nuevo sexenio de Claudia Sheinbaum, es imperativo que esta problemática reciba la atención que merece.
La administración entrante debe enfocarse en fortalecer el sistema de salud pública, asegurando que todos los mexicanos tengan acceso a servicios médicos de calidad. Esto implica no solo mejorar la infraestructura y el suministro de insumos médicos, sino también garantizar condiciones laborales justas para el personal sanitario. Invertir en salud es invertir en el futuro del país, y es tiempo de que esta inversión sea tangible y efectiva.
Los seis años perdidos en materia de salud en México han dejado una marca profunda en la sociedad. Reconocer los errores es un paso necesario, pero no suficiente. Se necesita una acción decidida y comprometida para reconstruir el sistema de salud pública y asegurar que nunca más se juegue con la salud de la ciudadanía. Con la esperanza puesta en el nuevo sexenio, es momento de que la salud se convierta en una verdadera prioridad nacional.
Muchas gracias por su atención y lectura. Nos leemos en quince días.
Facebook: AranzaPuenteSLP Instagram: @AranzaPuenteslp