Miércoles 17 de Julio de 2024 | San Luis Potosí, S.L.P.
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Homilía: Hay un antídoto contra la soberbia

Pbro. Lic. Salvador González Vásquez | 07/07/2024 | 05:17

No hay que sobrepasar los límites, para no terminar sufriendo. Porque el dolor viene a recordarnos,  que algo estuvo mal. 
 
La  soberbia, que es  pecado capital, nos hace pensar que lo podemos  todo, y nos empuja al exceso.
 
Pero hemos olvidado, o ignoramos, que todo tiene un límite. Y el dolor nos  indica, que estamos en el error.
 
La vida misma, nos  impone sus barreras, que nos recuerdan, que no somos el “todopoderoso”. 
 
El apóstol Pablo, aún siendo hombre de Dios, también sufrió el dolor de la espina.
 
Lo dice, en alguna epístola: “Para que yo no me llene de soberbia por la sublimidad de las revelaciones que he tenido, llevo una espina clavada en mi carne, un enviado de Satanás, que me abofetea para humillarme”. (2 Cor. 12).
 
Hay situaciones, en que la enfermedad nos humilla; porque, nos impone los límites, que no supimos respetar.
 
La soberbia, está limitada por una  espina. Ya que, aquella, falsea la realidad, y nos impulsa a cometer errores, y a tomar decisiones equivocadas.
 
Ya lo dice el Señor: “ El que no está conmigo, está contra mí, y el que no recoge conmigo, desparrama”. (Mt.12,30).
 
Al sentir el dolor de la espina,   le rogamos a Dios, que nos libre de ese mal. 
 
Y el Señor nos responde, lo mismo que a Pablo: “Te basta mi gracia, porque mi poder se manifiesta en la debilidad”. (2 Cor.12).
 
La virtud de la humildad, nos ayuda a obtener lo grandioso; porque esa  verdad, nos permite reconocer nuestros limites.
 
Cuando hay humildad, dejamos que Dios actúe con su poder, y no con el nuestro;  para que  así, realice grandes maravillas en nosotros.
 
Sin embargo, todo lo humano está limitado;  y, hasta para hacer el bien, tenemos  límites.
 
Jesús, se topó con esos límites, sobretodo cuando intento hacer el bien a los más cercanos; ya que, esa resistencia e incredulidad, fue el obstáculo para actuar en bien de ellos.
 
Por eso, el Señor dijo: “Todos honran a un profeta, menos los de su tierra, sus parientes y los de su casa. Y no pudo hacer allí ningún milagro…”. ( Mc.6).
 
No permitamos, que la soberbia nos impida reconocer el valor de lo que tenemos; porque tal vez, ahí encontremos la clave para salvarnos.
 
Por tanto, hay que estar atentos al dolor de la espina. Porque el sufrimiento, es una  señal de  haber  sobrepasado los límites.
 
Pbro. Lic. Salvador Glez. Vásquez.
    
 
 
Evangelio del día
Lectura del santo Evangelio según San Marcos 6, 1-6
En aquel tiempo, Jesús se dirigió a su ciudad y lo seguían sus discípulos.
Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada:
«¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada? ¿Y esos milagros que realizan sus manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí?».
Y se escandalizaban a cuenta de él.
Les decía:
«No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa».
No pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se admiraba de su falta de fe.
Y recorría los pueblos de alrededor enseñando.