Aunque parece inofensivo, comer hielo es malo para la salud bucal y puede causar serios daños a tus dientes y encías. Desde pequeñas fracturas en el esmalte y el deterioro de tratamientos dentales, hasta la rotura completa de una pieza dental, los peligros pueden tener consecuencias a largo plazo.
Llevarse cubitos congelados a la boca es un hábito más común de lo que piensas. Ya sea por un problema de salud subyacente, moda, costumbre o simple distracción, muchas personas mastican hielo sin ser conscientes de los riesgos. Descubre los peligros de esta manía y cómo puedes cuidar tu sonrisa.
¿Por qué es malo comer hielo?
Masticar hielo puede ser placentero, sobre todo en los días de calor. Pero esta costumbre puede causar serios daños a la salud dental. Te contamos los principales riesgos de este hábito perjudicial.
Daño al esmalte dental
El esmalte dental es el tejido que recubre la superficie externa de los dientes para protegerlos. Aunque se trate de la estructura más resistente del cuerpo, no es invulnerable.
Masticar hielo puede provocar un desgaste localizado y causarle microfracturas, debilitándolo con el tiempo y aumentando la susceptibilidad a sufrir caries y otros problemas dentales. Esta falta de tejido también puede generar hipersensibilidad crónica al calor y al frío.
Fracturas y astillado de dientes
La dureza del hielo puede provocar fisuras o astillado de los dientes, sobre todo si ya están debilitados por caries, empastes o endodoncias anteriores. Estos daños pueden ser dolorosos y costosos de reparar, a menudo requiriendo tratamientos complejos como tratamientos de conductos, coronas o incluso extracciones.
La persistencia de este hábito puede causar roturas graves en los dientes. Las líneas de fractura microscópicas en el esmalte debilitan la estructura dental y, con el tiempo, pueden llevar a que las piezas se quiebren de manera irremediable, conduciendo a su pérdida.
Problemas con los tratamientos dentales
Para aquellos con empastes, coronas, carillas u otros trabajos dentales, comer hielo pone en riesgo la permanencia e integridad de estos tratamientos. Masticar algo tan duro puede aflojar, desplazar o romper las restauraciones, lo que puede requerir visitas adicionales al dentista y reparaciones costosas.
Aunque los materiales dentales son resistentes, pueden agrietarse o romperse con presiones excesivas.
Por otro lado, para las personas con aparatos de ortodoncia, esta costumbre puede romper o despegar los brackets adheridos o dañar el alambre. Esto prolonga el tiempo de tratamiento.