José Luis Solís Barragán | 30/06/2024 | 23:08
ES NECESARIO PARTIR DE LA premisa de que la llegada del presidente López Obrador al poder, trajo cambios importantes en la forma de ejercer el gobierno, sobre todo con un ejercicio tan suigéneris como es la conferencia de prensa mañanera.
LA MAÑANERA HACE LA FUNCIÓN de posicionar el mensaje del mandatario, ya que construye la agenda mediática desde el Palacio Nacional, pero no sólo es el fortalecimiento de la imagen del titular del Ejecutivo, sino que además desempeña un papel importante en la tarea gubernamental, ya que desde ahí se construyen “los encargos” que deberán desahogar los funcionarios públicos.
AHORA LA MAÑANERA NO SÓLO funciona para el gobernante, sino que ha sido el espacio de comunicación de las campañas del partido en el poder y es, sobre todo, de lo que algunos analistas hoy quieren llamar “la pedagogía” que tiene López Obrador, misma que termina por ideologizar sobre aquellos temas que fortalecen su visión, es decir contra el neoliberalismo, mafia del poder, conservadores y hasta enemigos de la transformación.
ES CLARO QUE LA MAÑANERA SI bien permitió ser un ejercicio que colocó al presidente en una posición de proximidad social, la realidad es que no se diseñó como un ejercicio de rendición de cuentas hacia la ciudadanía, pero sí permitió controlar la agenda y sobre todo, ser una trinchera de juicios sumarios contra aquellos no coincidentes con el proyecto gubernamental.
DESDE LA MAÑANERA SE HAN juzgado, culpabilizado y en algunos casos han logrado ser exonerados por el presidente; sus procedimientos sumarios no permiten ni una posibilidad de defensa y por el contrario, en algunos casos ha sido el banderazo de salida para que todos los que concuerdan con la posición, se sumen a la defensa o al ataque planteado en la tribuna presidencial.
ES IMPORTANTE RESALTAR QUE esta tribuna que López Obrador construyó y perfeccionó durante su mandato de la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal, no sólo es en relación a personas, ni es dirigido solamente a la base militante; ya que instituciones han pasado por este espacio y la clase política firma acuse por su “compromiso” con el compañero presidente.
LA DESAPARICIÓN DE Fideicomisos, incluso los recursos del Poder Judicial que fueron señalados en Palacio Nacional y un legislador llevó el asunto al Congreso de la Unión, los cambios en materia educativa, el enfrentamiento contra naciones, comunicadores y periodistas, el INE y la SCJN, y otros ejemplos más, permiten afirmar que nada ni nadie está exento de recibir un juicio sin defensa, ni recurso alguno.
NADIE NIEGA EL DERECHO DEL presidente o de cualquier funcionario de defenderse y tener derecho de réplica, pero eso se regula de una forma en que ambas partes se encuentren en igualdad de circunstancias, pero cuando la acusación viene desde Palacio Nacional, rompe toda la lógica de equilibrio y deja en un plano de desigualdad a quienes no detentan el poder.
DURANTE BUENA PARTE DE LA administración, hay un choque entre el presidente, Carlos Loret de Mola y Víctor Trujillo, sin embargo, no son figuras similares y debemos partir de ese punto; mientras López Obrador ejerce una función de gobierno que lo obliga a rendir cuentas por sus actos y omisiones, los otros hacen una labor periodística y la coexistencia de ambos elementos, fortalece a la democracia.
EN UN PAÍS EN QUE EJERCER LA función periodística es un verdadero reto por el número de asesinatos y actos violentos contra las personas lo hacen su profesión, sería de esperar que los servidores públicos promovieran su protección, pero parece que en muchas ocasiones, desde el poder se pierde la visión de que son sujetos de escrutinio público.
EL PRESIDENTE TIENE TODO EL derecho de disentir contra el trabajo periodístico de todas las personas, puede no compartir el punto de vista de los que llama “opinólogos”, y por supuesto que se le debe garantizar la posibilidad de ejercer su derecho de réplica, pero no por ello se pueden ejercer las funciones públicas como una forma de intimidación.
ESTO NO SE TRATA DE DOS periodistas, es algo mucho más grande que ellos, es el compromiso por la libertad de expresión como elemento esencial de las democracias, al permitirle al ciudadano tomar decisiones informadas, es más allá de dos “enemigos” de la transformación, es no permitir que nada ni nadie intimide como consecuencia del pensar diferente.
EL PRESIDENTE TIENE UNA GRAN legitimidad social, pero ello no debe traducirse en un cheque en blanco que ponga en jaque al periodismo, sino que, por el contrario, debiera sumarse a la idea del fortalecimiento democrático del país, por lo que en lugar de promover juicios sumarios que ponga en riesgo la libertad de expresión, se debería buscar cómo lograr que el sistema de protección a periodistas garantice la seguridad de aquellos que con su trabajo contribuyen al país.
PODEMOS COINCIDIR O NO, CON el estilo o la información que nos proporciona Latinus, pero no hay forma en que consintamos que, mediante juicios contra los mensajeros, se quiera desvirtuar el mensaje, porque tolerar esta práctica, es abrir una puerta que con mucho esfuerzo se cerró hace muchos años.
@josesolisb