Viernes 22 de Noviembre de 2024 | San Luis Potosí, S.L.P.

De broma en broma, la política se asoma

David Reza | 18/06/2024 | 12:30

La premisa de esta columna siempre ha sido que prácticamente todo lo que hacemos, tiene una dimensión similar a política misma; por ende, todo el quehacer público que suele incluirse en lo que entendemos como política, se ha ido adaptando a los nuevos medios de difusión. Así, los medios de comunicación tradicionales ya no son la única fuente de información para la ciudadanía… y sin duda, eso tiene dos aspectos: uno bueno, la democratización de la información (poder ver más de un punto de vista sobre los temas públicos); y uno malo, (muuuuy malo), la trivialización de dicha información.

Y perdón por empezar así tan técnico y aburrido, pero hay que ir explicando lo que parece estar pasando en la era del TikTok: antes, existía un número limitado de fuentes formales de información y una ciudad que se respetara, quizá tendría un par de periódicos, uno o dos canales locales de televisión con su respectivo noticiario y tres o cuatro estaciones de radio, obviamente con su emisión de noticias, en las cuales solían o ser comparsa o madrear de manera inmisericorde a los gobiernos locales, con la intención de obtener ingresos por publicidad oficial. Y es cierto que los dueños de esos medios eran sumamente influyentes en la vida pública de esos lugares (y claro que se hicieron importantes fortunas).

A partir de los años 2000, surgieron los primeros portales y quienes tuvieron la visión de consolidar esa revolución informativa, dieron pie a nuevos esquemas de noticias. Sin embargo, el costo de desarrollo y mantenimiento técnico, en ese momento aun era una limitante para tener una página web. Aaaah pero que tal cuando empiezan las redes sociales! Facebook vino a “democratizar” no solo el cómo, sino el quién generaba y compartía las noticias. De repente, se abrieron las compuertas y potencialmente, cada individuo con un teléfono inteligente y acceso a internet, podía ser un mensajero de noticias y si a eso se le suma que los medios tradicionales nunca se distinguieron por dar un trato ideal y un ingreso digno a sus periodistas, pues tenemos la receta para esa explosión de medios.

Así, la misma ciudad que originalmente tenía quizá ocho, a lo mejor diez medios establecidos, de repente ya tenía 80, 100 medios, con diferentes niveles de profesionalismo y formalidad, desde los que tienen una plataforma y tratan de cuidar su trabajo periodístico, hasta los que inventan noticias para buscar ampliar sus ‘like’ o sus públicos, por que lo que venden, es ese ‘me gusta’, la cantidad, no la calidad. Quizá generalizar no es bueno y lo cierto es que muchos de los periodistas con sus páginas hacen un gran trabajo… pero al final, hay de todo.

Evidentemente, los generadores de información (gobiernos, instituciones, cámaras, etc.), han tenido que irse adaptando. La distribución de presupuestos  se ha complicado, porque no es lo mismo atender a ocho, que ver que se hace con 100, muchos de los cuales son prácticamente mercenarios o sicarios informativos. También es cierto que los propios jefes de medios en las instituciones, muchas veces usan a los menos escrupulosos, para generar desinformación y guerra sucia, incluso para contrarrestar la desinformación o guerra sucia contrarias, por lo que ese esquema les puede resultar útil y a veces hasta cómodo, porque no hay nada mejor que madrear adversarios desde el anonimato y sin la responsabilidad que conlleva el firmar una nota o el emitir públicamente un posicionamiento.

Pero bueno, al retomar el hilo de la explosión mediática, ya vimos lo referente a la parte informativa (o desinformativa, según sea el caso)… ahora que tal la seriedad que poco a poco se ha perdido en la difusión de información? Porquedesde siempre (y eso es real), las noticias ‘serias’ y objetivas suelen vender muy poco, a la gente en general no suele interesarles las notas que muchas veces abordan temas reales que les afectan de manera real; por ello, incluso muchos medios ‘sensatos y formales’, han tenido sus estrategias para asegurar su circulación: podía ser una chica muy atractiva y voluptuosa con poca ropa en una página del periódico… o dando el clima en el noticiero, (dixit Monterrey); o una editorial muy informada (aparentemente) y con chismes sobre los políticos; y no hay que olvidar que muchos medios utilizaban (y utilizan) la nota roja como un gancho muy efectivo. O sea, vender sexo y morbo.

Pero la verdad, ya llegamos a los extremos con las redes sociales. Ahora, se vende la inmediatez, el desmadre, quien dice lo más exagerado, quien baila o enseña más. Ante el tiempo cada vez más corto de atención, lo importante es solo el encabezado, porque muchísima gente no le da ‘click’ a la nota. La foto ha sido rebasada, es más valioso el video, porque llama más la atención y entre más absurdo, mejor. Y claro, las teorías de la conspiración han encontrado el cielo en las redes sociales, cuanto más descabelladas y escandalosas, mejor.

La preservación de la libre expresión es una de las piedras fundamentales de los sistemas democráticos y desafortunadamente, incluso el proteger esos excesos es mejor, que no tener el derecho a expresarnos. Pero con esa tendencia, ahora la política también se ha vuelto cada vez más trivial en sus expresiones, porque ha debido adaptarse a lo que la multiplicidad de medios le exige. Y no veamos más allá de los debates que se llevaron a cabo en las pasadas elecciones: que si tiene cara de tonto; que si demuestra en la tele que no tiene ni la más mínima idea de lo que ,si es electo, debe hacer (pero igual es bueno para los chascarrillos); que si Nuevo León tiene al gobernador ‘Fosfofosfo’ que quiere gobernar por decretos tiktokeros; que si hay que arruinar un venero de agua en Valles para salir en la trasmisión en vivo (o bailar con un burro), ya ni siquiera es que todo se vale, sino más bien que toda esa insensatez es necesaria!. Y luego salir a decir “Es que somos ‘disruptivos’”.

Pero al final, si bien las ocurrencias pueden ser útiles, el sentido real de la política no se puede dejar a broma: gobernar (desde el nivel o ámbito que corresponda) para resolver las necesidades de la comunidad, no debiera estar supeditado a personajes o medios que no le dan la importancia que tiene al quehacer de la administración pública. Pero como el show es lo importante, más bien pareciera que se está para entretener… y hacer dinero.