Domingo 22 de Septiembre de 2024 | San Luis Potosí, S.L.P.
negocios

Aranceles más que impuestos; son herramienta geopolítica

Agencia Reforma | 03/06/2024 | 09:28

Cuando el entonces Presidente Donald Trump inició sus guerras comerciales en el 2018, los críticos emitieron una acusación de cuatro palabras: los aranceles son impuestos.
 
En vista de que el Presidente Biden mantuvo muchos de esos aranceles y Trump promete más si es reelecto, las críticas han aumentado. Dos estudios nuevos muestran que los aranceles son regresivos, lo que significa que recaen más sobre las familias de bajos recursos que tienden a gastar una mayor parte de sus ingresos en bienes importados baratos.
 
Aún así, aunque se debate acaloradamente quién paga los aranceles, podría no ser lo más importante. Los aranceles a China no están destinados a recaudar dinero, sino a reducir la dependencia de Estados Unidos de un adversario potencial. En ese sentido, no son como otros impuestos y ni siquiera como los aranceles de épocas anteriores.
 
En su imprescindible libro "Clashing Over Commerce: A History of U.S. Trade Policy", Douglas Irwin, economista del Dartmouth College, muestra que la política arancelaria ha pasado por tres fases claras desde el siglo 18.
 
 Ingresos, restricción, reciprocidad...
 
 Desde la independencia hasta la Guerra Civil, escribe Irwin, el propósito de los aranceles fue principalmente generar ingresos: representaban el 90% de los ingresos federales. Desde la Guerra Civil hasta la Gran Depresión, el propósito fue la restricción: proteger de las importaciones a los fabricantes del norte, entonces representados por el recién dominante Partido Republicano.
 
Una tercera era comenzó con la aprobación de la Ley de Acuerdos Comerciales Recíprocos en 1934, que facultaba al Presidente para negociar aranceles más bajos si otros países hacían lo mismo. La reciprocidad siguió siendo el paradigma dominante después de la Segunda Guerra Mundial, cuando los presidentes de ambos partidos intentaron derribar las barreras comerciales de otros países mediante una combinación de zanahorias (acuerdos comerciales) y garrotes (cuotas e impuestos específicos).
 
Los aranceles iniciales de Trump sobre paneles solares, lavadoras, acero y aluminio combinaron restricción y reciprocidad, protegiendo a algunas industrias mientras presionaban a Canadá, México, Japón y Corea del Sur para que modificaran sus relaciones comerciales con Estados Unidos.
 
 ... ahora realineación
 
 Los aranceles que impuso a China y las que acaba de añadir el Presidente Biden son otra cosa completamente diferente. En parte tienen que ver con la restricción y la reciprocidad, proteger industrias incipientes y presionar a China para que cambie sus formas. Pero el objetivo más fundamental es la realineación: diversificar el comercio estadounidense lejos de China. Los funcionarios temen que su dominio en numerosos productos manufacturados y minerales procesados dé a China demasiada influencia sobre las economías de Estados Unidos y sus aliados y, a final de cuentas, sobre la seguridad. Ese temor ha crecido con la amenaza de un nuevo "shock chino" de exportaciones de manufacturas baratas.
 
La oficina de Katherine Tai, embajadora comercial de Biden, dejó esto claro al explicar la semana pasada por qué a muchos importadores les fue negada su solicitud de extensiones a sus exclusiones de aranceles. Muchos "simplemente afirmaron que no había productos (alternativos) disponibles porque China seguía siendo la fuente de menor costo", indicó. Extender sus exclusiones simplemente postergaría el cambio a "proveedores alternativos y continuaría su dependencia de proveedores y productos chinos, lo que socava el objetivo de" cambiar el comportamiento de China.
 
 Los pobres pagan aranceles
 
 Los economistas Amit Khandelwal, de la Universidad de Yale, y Pablo Fajgelbaum, de la Universidad de California, en Los Ángeles, ilustran claramente esto al estudiar el aumento en el 2016 a la exención "de minimis", por debajo de la cual los paquetes pequeños pueden entrar a Estados Unidos libres de impuestos, de 200 a 800 dólares.
 
Los autores encontraron que el 74% de los envíos directos recibidos en el código postal más pobre eran de minimis, en comparación con el 52% para los más ricos. El concepto de minimis es controvertido: muchos importadores lo utilizan para eludir los aranceles aplicados a China. Los gigantes del comercio electrónico Shein y Temu lo utilizan para realizar envíos de China a Estados Unidos.
 
Algunos en el Congreso, y los asesores de Trump, quieren que se elimine. Eso perjudicaría a los pobres, dicen los autores: las personas en códigos postales de bajos recursos perderían 45 dólares al año, en comparación con 35 dólares para los códigos postales de recursos medios y 81 dólares para los más ricos.
 
En la actualidad, los aranceles representan el 2% del valor de las importaciones. Eso se dispararía a casi el 17%, el nivel más alto desde la aprobación del Arancel Smoot-Hawley en 1930, si Trump es reelecto y cumple su amenaza de incrementar los aranceles al 60% o más para China y al 10% para el resto del mundo, de acuerdo con Sarah Bianchi y Matthew Aks de Evercore ISI, una correduría.
 
Eso realmente se dejaría sentir, particularmente en los hogares de bajos recursos. Kimberly Clausing y Mary Lovely, del Instituto Peterson de Economía Internacional, estiman que esto reduciría el poder adquisitivo del 20% de los hogares más pobres en un 4.2%, pero el del 1% más rico en sólo un 0.9%. Esto no refleja todos los costos, que incluyen que los productores menos eficientes ganen ventas a expensas de los consumidores y los trastornos derivados de la reorganización de las cadenas de suministro.
 
 Aranceles como impuestos 'pigouvianos'
 
 El que esas desventajas acaben con los argumentos a favor de los aranceles depende de lo que logren. Los aranceles aplicados a China pueden considerarse como un impuesto "pigouviano".
 
Este impuesto, que lleva el nombre del economista británico Arthur Pigou, compensa algunos daños sociales colaterales, de manera muy similar a como un impuesto al carbono ayuda a reducir el calentamiento global. Los consumidores soportan un costo directo de los aranceles aplicados a China, pero Estados Unidos como un todo obtiene una base de suministro menos vulnerable y más diversificada. Poner fin a la excepción de minimis elimina una laguna legal utilizada para evitar esos aranceles.
 
No obstante, las consecuencias distributivas son reales. Una respuesta podría ser reembolsar parte de los ingresos procedentes de los aranceles a los más afectados, como hace Canadá con su impuesto al carbono. Pero, como señalan Clausing y Lovely, el plan de los republicanos de extender su recorte de impuestos del 2017, gran parte del cual expira en el 2025, haría lo contrario, entregando beneficios desproporcionadamente grandes al 1% superior y poco al 20% inferior.
 
Los aranceles son más que impuestos. También son un instrumento de competencia geopolítica. Sin embargo, como todos los impuestos, imponen costos que deben sopesarse contra sus beneficios. No está claro qué beneficio podría justificar aplicar al mundo entero un arancel del 10%, particularmente si el mundo toma represalias.