Hace algunas semanas, una tormenta solar impactó de lleno en nuestro planeta y nos dejó imágenes para el recuerdo. La presencia de auroras boreales en lugares de nuestra geografía donde no son habituales nos pusieron en alerta ante un fenómeno, que si bien no resulta peligroso para nuestra salud, sí puede tener repercusiones en diferentes sistemas de comunicación y de generación de energía. Y parece que el próximo mes llegará un nuevo frente procedente del espacio exterior.
La llegada prevista de una nueva tormenta solar
La región de manchas solares AR3664 quiere volver a ser protagonista de miles de noticias alrededor del mundo y parece que lo va a conseguir dentro de algunos días. Según la información publicada en la página web de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica, se ha detectado una erupción solar recientemente en esta región, que ha sido clasificada como X2.8.
Por si desconoces el dato, estas erupciones son clasificadas habitualmente con letras, siendo las más débiles las que comienzan por la letra B y las más poderosas las que comienzan por la letra X. La tormenta solar de la que fuimos testigos este mes, como curiosidad, procedía de una erupción clasificada como X1.1.
La región, que debido al movimiento de rotación del Sol, había permanecido oculta durante algunas semanas, parece que nos vuelve a mirar directamente. Y no parece que su poder se haya visto mermado, dado que la nave Solar Orbiter de la NASA, que permanece atenta a lo que sucede en el astro rey, habría captado una llamarada de tipo X12.
De seguir emitiendo radiación al espacio exterior, esa llamarada podría volver a conformar una tormenta solar de categoría G5, las más importantes en la escala que se utiliza para medir su impacto en la Tierra. Las consecuencias, una vez más, serían volver a disfrutar de espectaculares auroras boreales, como la que puedes ver sobre estas líneas, pero también ciertos peligros.
Como ya te hemos contado, estos fenómenos espaciales tan extraordinarios pueden conllevar apagones, interrupciones de las comunicaciones y podrían afectar, aunque resulte paradójico, en mayor medida a los países más desarrollados, que son los que dependen de la tecnología para continuar su frenético ritmo de vida.