En esta nueva imagen del Telescopio Espacial Hubble de la NASA/ESA se muestra una vista casi de canto de la galaxia lenticular NGC 4753. Las galaxias lenticulares tienen una forma elíptica y brazos espirales mal definidos.
Esta imagen es la vista más nítida del objeto hasta la fecha, mostrando el increíble poder de resolución del Hubble y su capacidad para revelar estructuras de polvo complejas. NGC 4753 se encuentra a unos 60 millones de años luz de la Tierra en la constelación de Virgo y fue descubierta por primera vez por el astrónomo William Herschel en 1784. Es miembro del grupo de galaxias NGC 4753 dentro de la Nube de Virgo II, que comprende aproximadamente 100 galaxias y cúmulos de galaxias.
Esta galaxia es probablemente el resultado de una fusión galáctica con una galaxia enana cercana hace aproximadamente 1.300 millones de años. Los distintos carriles de polvo de NGC 4753 alrededor de su núcleo probablemente se acumularon a partir de este evento de fusión.
Los astrónomos creen que la mayor parte de la masa de la galaxia se encuentra en un halo esférico ligeramente aplanado de materia oscura. La materia oscura se llama "oscura" porque no podemos observarla directamente, pero los astrónomos creen que comprende alrededor del 85% de toda la materia del universo. La materia oscura no parece interactuar con el campo electromagnético y, por lo tanto, no parece emitir, reflejar o refractar la luz. Solo podemos detectarla por su influencia gravitacional sobre la materia que podemos ver, llamada materia normal.
El entorno de baja densidad y la estructura compleja de NGC 4753 la hacen científicamente interesante para los astrónomos que pueden usar la galaxia en modelos que prueban diferentes teorías de formación de galaxias lenticulares. La galaxia también ha albergado dos supernovas conocidas de tipo Ia. Este tipo de supernovas son extremadamente importantes en el estudio de la tasa de expansión del universo. Debido a que son el resultado de la explosión de enanas blancas que tienen estrellas compañeras, siempre alcanzan su punto máximo con el mismo brillo: 5 mil millones de veces más brillantes que el Sol. Conocer el brillo intrínseco de estos eventos y compararlo con su brillo aparente permite a los astrónomos usarlos para medir distancias cósmicas, que a su vez nos ayudan a determinar cómo se ha expandido el universo con el tiempo.