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La importancia del autocuidado para poder cuidar a los demás

MSP | 10/05/2024 | 10:58

Las personas que cuidan de un familiar cercano que ya no se puede valer por sí mismo también necesitan cuidarse a ellas mismas. Las consecuencias de cuidar durante mucho tiempo a otra persona pueden resultar devastadoras tanto físicamente como mentalmente y, a veces, la persona cuidadora puede llegar a tener más problemas de salud que la propia persona cuidada.
 
Las personas cuidadoras son aquellas que gestionan los cuidados de la persona dependiente en el hogar, normalmente con el objetivo de mantenerla, en la medida de lo posible, en un entorno familiar y cerca de las personas conocidas. No obstante, hay que tener en cuenta que el cuidador o cuidadora no tenía prevista esta situación y posiblemente no tiene la preparación adecuada.
 
Además, estas personas tienen que dedicar una buena parte de su tiempo a los cuidados de otra persona, cosa que supone un gran desgaste que puede acabar en depresión o aislamiento. Por tanto, es esencial que estas personas tengan en cuenta un seguido de recomendaciones con el objetivo de no tener que llegar a este punto.
 
Pedir ayuda:
 
Pedir ayuda a otros familiares y amigos.
Pedir ayuda de forma clara.
Reunir a las personas cuidadoras para organizar el tiempo y ser efectivos.
Agradecer la ayuda.
Recorrer a servicios, instituciones y asociaciones de ayuda.
 
Organizar el tiempo:
 
Hacer un listado de tareas realizadas y el tiempo empleado.
Clasificar las tareas por orden de prioridad y verificar si la persona cuidada puede llevar a cabo alguna.
Poner límites a la ayuda prestada.
Fijar tiempos de descanso entre tareas y mantenerlos.
 
Mantener unos hábitos saludables:
 
Procurar dormir 7 u 8 horas.
Realizar algún tipo de actividad relajante antes de ir a dormir.
Encontrar momentos para descansar.
Mantener aficiones y amistades y salir de casa.
Practicar ejercicio regularmente.
Cuidar la alimentación.
 
Sentir las señales de alarma del cuerpo:
 
Cansancio y sensación de sueño.
Aislamiento.
Aumento del consumo de medicamentos, tabaco o alcohol.
Palpitaciones, temblores, molestias digestivas, dolor de huesos y articulaciones, etc.
Aumento o disminución del hambre.
Cambios de humor y aumento de la irritabilidad.
Dificultad para concentrarse, dificultad para tomar decisiones, etc.
Problemas económicos.
Retrasos o ausencias reiteradas en el trabajo, dificultad para realizar tareas habituales, etc.
 
En definitiva, las personas que cuidan a familiares cercanos necesitan cuidar también de ellas mismas, tanto para encontrarse bien física y mentalmente como para poder realizar la tarea del cuidado del familiar correctamente.