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3 lecciones de belleza inspiradoras que deberíamos recuperar de la infancia

Glamour.mx | 02/05/2024 | 15:03

Casi siempre, pensar en el pasado viene a desentrañar lecciones de belleza inspiradoras que, sin duda, deberíamos recuperar de la infancia para empoderar nuestro presente como adultos. Y es que pocos son los capítulos en la vida que nos hablan tan fuerte y claro sobre el amor propio como la niñez. ¡He ahí la gran razón para inspirarnos en ello!
 
Para muchos de nosotros, hablar de belleza supone hacer las pases con nuestra autoconfianza. Un reto que si bien abre un mundo de inseguridades que vamos adquiriendo sobre la marcha, también nos encamina hacia un punto álgido rumbo a la salud mental.
 
Por ello, hoy más que nunca, recuperar esa visión positiva y libre de juicios que suele definir la infancia, se convierte en la mejor herramienta para reinventarnos de manera constante, y así sanar cada inseguridad. Así que toma nota. ¡Aquí las lecciones de belleza que dan cuenta de ello!
 
No más filtros
 
Reaprender a mirarnos sin filtros —tal como lo hacíamos en la niñez— debería ser el primer paso para recuperar la autoconfianza, alimentar la autoestima y brillar de manera muy propia. Si bien nos hemos acostumbrado a vivir bajo moldes, cierto es que la belleza no debe implicar sacrificios ni una perdida de identidad, sino mucho amor propio.
 
Para mí, basta con recordarme mirándome en el espejo vestida de princesa y sentirme completamente cómoda —si no es que indiferente— con mi reflejo. ¡Tantas fotos posando radiante con disfraces, sombreros y zapatos ballerina de colores no pueden mentir!
 
Lo que más te hace feliz, ¡es lo que mejor te va!
 
Más allá del protocolo y las tendencias, llegó el momento de emocionarnos y retomar todo aquello que resuene con nosotros. Tanto en cuestión de apariencia y todo aquello que portamos, hasta las actividades que hacemos y el tipo de terapias que tomamos. Todas deberían ser extensión de nuestra personalidad y necesidades, formando parte de una decisión propia meramente basada en la satisfacción personal.
 
Y es que los niños no preguntan, ¡actúan! Porque, en cierto modo, en la infancia solo rige la idea de pertenecerse a uno a mismo. Reina la idea de usar y hacer lo que nos gusta, sabiendo que eso es lo que nos hará sentir y ver mejor.
 
Sí, podrá no ser una actitud planeada o meditada, pero no podemos estar más de acuerdo con la idea de que nosotros como adultos deberíamos copiarlo de manera intencional. ¡Sin duda, otra de las lecciones de belleza inspiradoras de la infancia que no debemos soltar, hasta convertirla en una nueva visión que nos guíe al momento de actuar!
 
¡Adiós, expectativas!
 
No le debemos nada a nadie. Ni a la sociedad, ni a los estándares, a las tendencias o, incluso, a la falsa idea de perfección que nos reclama el espejo. La vida no se trata de quedar bien sacrificando nuestros gustos y apariencia ante lo que otros esperan de nosotros. Para entenderlo, basta con recordar tu pequeña versión de 8 años que lucía los peinados más locos mientras vestía un disfraz de superhéroe en los días cotidianos, y que jamás temió —ni tambaleó— ante la idea de lo que otros podrían comentar.
 
Sí, se vale atreverse a probar todos esos nuevos looks que nos llenan de emoción cuando los vemos arrasar en redes. Eso, siempre y cuando la elección sea motivada por la audacia de expresarnos con autenticidad, y no por complacer a otros para encajar en los moldes que, a nuestro parecer, están hechos para romperse.