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La historia de cómo el cine para adultos salvó a una ex gimnasta

Marca | 04 Noviembre 2019 | 15:11
Hay biografías que no necesitan agotarse para rebosar vivencias. Éste es el caso de la exgimnasta holandesa Verona van de Leur. A sus 33 años, ha pasado por situaciones tan extremas que marcan toda una existencia. Ella las relata en un libro que publicó en 2014 y que sale ahora en su versión inglesa: 'Simply Verona'. Van de Leur llegó a ser una de las mejores gimnastas del mundo. Lleva años dedicada a la industria del porno. Gracias a eso salió de la mendicidad y la delincuencia, tras romper con su familia. Ahora quiere volver al mundillo en el que triunfó.
 
Su vida parece una búsqueda repetida e infructuosa de metas que no terminan de concretarse. Van de Leur se proclamó subcampeona de Europa, en 2002, con 16 años. Sólo le separaron 50 milésimas de la medalla de oro, que fue para la estrella del momento, la rusa Svetlana Khorkina. En esa competición la holandesa subió cinco veces al podio. Meses después también sería segunda en la final de suelo de los Campeonatos del Mundo.
 
 
En esa ocasión le ganó la española Elena Gómez. Ese año Verona fue elegida como mejor deportista femenina holandesa. Gimnasta de buena planta, todo apuntaba a que su carrera sería larga y exitosa.
 
Pero algo se torció, quizá una rebeldía innata o experiencias que sólo de adulta ha sido capaz de verbalizar. No volvió a obtener resultados destacados, inició un declive prematuro y dejó la gimnasia en 2008. Esa decisión agudizó un conflicto familiar latente. Sus padres, con los que ya no se llevaba bien, no lo aceptaron y terminaron por echarla de casa. Al menos ésa es su versión. Ahí empezó su caída a los infiernos.
 
Van de Leur denunció a su familia por haberse apropiado de sus ingresos como gimnasta y ganó el pleito. Pero el dinero que recuperó lo consumió rápidamente en hoteles donde alojarse, junto a su novio. Cuando se quedó sin blanca, comenzaron a vivir como unos sin techo. Su refugio fue un utilitario. "Pasamos inviernos muy duros, con la nieve cubriendo el coche y hielo en los cristales", relata en su biografía.
 
La pareja hacía sus necesidades en los rincones de un aparcamiento público y, si reunían algo de dinero, pagaban la cuota mensual en algún gimnasio para poder asearse. En verano lo hacían en las duchas de las playas."Sobrevivíamos. Si no teníamos dinero nos gastábamos 50 céntimos en pan y un tarro de mantequilla para toda una semana", señala, como ejemplo de su estado de precariedad. A veces, se veía impelida a cometer algún hurto en cualquier supermercado para llevarse algo a la boca.
 
Sin un domicilio, Van de Leur no podía optar a un trabajo o a ayudas sociales. Su pasada celebridad como deportista era un salvoconducto caducado. Esa existencia desestructurada, sin horizontes ni reglas, la puso al borde de la marginalidad y la delincuencia. Un día fotografió a una pareja mientras mantenían relaciones en un coche e intentó extorsionar a la mujer, que estaba casada, reclamando una cantidad de dinero (3.000 euros) a cambio de las imágenes.
 
Fue denunciada y, al detenerla, la policía encontró imágenes y vídeos de pornografía infantil en su portátil, más un arma en el coche que utilizaba como refugio. Un abogado consiguió librarla de la acusación de tenencia de ese material, pero pasó 72 días en la cárcel por el intento de chantaje.
 
La joven que llegó a ser un motivo de orgullo para el país, había tocado fondo. En esa situación de vulnerabilidad, con una reputación muy dañada, recibió en 2011 una oferta que volvió a dar un giro inesperado a su vida. Le propusieron entrar la industria del porno. "Me ofrecieron tal cantidad que no pude rechazarlo. Eso podía darme un futuro con el que siempre había soñado", se ha justificado repetidamente.
 
Durante los últimos ocho años, Verona van de Leur, ha venido trabajado como pornostar, tanto en grabaciones profesionales como explotando sus propios vídeos en el dominio web que lleva su nombre. Su pasada celebridad ha resultado una palanca de promoción. "No soy la clásica actriz porno. Lo considero un trabajo", defiende la exgimnasta, que planea dejar esa actividad a finales de este año, cuando venzan algunos de los contratos que tiene firmados.
 
Su deseo, así lo ha expresado, sería volver al deporte. Lo intentó ya hace unos años, pero no encontró buena acogida en la federación holandesa de gimnasia. Sus circunstancias personales no eran la mejor carta de presentación, y sus interlocutores no dieron crédito al relato en el que ella y otras tres exgimnastas denunciaron abusos físicos y mentales en su etapa como deportistas de élite. "Cada vez que leo sobre el tema pienso que yo tengo mucha experiencia y quisiera compartirla. Quiero dar voz a los niños, ser su consejera y confidente", dice Van de Leur, que busca un futuro en su huida constante del pasado.
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