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Edgar Martínez se enorgullece de ser puertorriqueño y de sus orígenes

EFE | 21 Julio 2019 | 17:50

 El legendario Edgar Martínez lo consiguió todo con el bate y este domingo volvió a pegar un grand slam lleno de clase, dignidad, respeto, admiración y tributo hacia su país, Puerto Rico, y su pueblo de Dorado.

Martínez no perdió tiempo para hablarles directamente, en español, a los puertorriqueños tanto en Cooperstown que acudieron a su exaltación al Salón de la Fama del béisbol de las Grandes Ligas como a los que lo estaban viendo por la televisión.

En su discurso de exaltación, el exastro de los Marineros de Seattle se estrenó como inmortal de Cooperstown con un mensaje para su pueblo en Puerto Rico y para todos los de la comunidad hispana.

"Mi gente de Dorado y mi barrido de Maguayo, un abrazo", expresó Martínez. "Mi historia es sencilla: Criado en un barrio rodeado de gente humilde, con buenas intenciones. Yo me beneficié de la calidad de los seres humanos que viven en el barrio de Maguayo, Dorado, Puerto Rico. Soy bien afortunado de haber sido criado en Maguayo. Gracias, mi gente. Los quiero mucho y nos vemos pronto".

Durante su discurso, Martínez también recordó sus tiempos como fanático del béisbol de Puerto Rico, donde el cubano Atanasio 'Tany' Pérez tenía residencia y brillaba con los Cangrejeros de Santurce. Martínez le habló directamente a Pérez, exaltado al Salón de la Fama en el 2000.

"Fuiste uno de mis héroes cuando jugabas con los Cangrejeros en la liga invernal", admitió Martínez. "Mi abuelo y yo escuchábamos los juegos por radio y mi abuelo decía, 'Se acabó el juego, Tany viene ahora'. Fuiste parte de mi juventud en Puerto Rico".

Martínez no dejó de rendirles honor a los otros puertorriqueños vivientes en el Salón de la Fama presentes en Cooperstown: Orlando 'Peruchín' Cepeda, Roberto Alomar e Iván 'Pudge' Rodríguez.

"Como puertorriqueño me siento honrado de tener mi placa en el Salón junto a las de ustedes", expresó Martínez. "Es difícil creer que un sueño que empezó cuando yo tenía 10 años me llevaría por esta increíble trayectoria".

Martínez también reconoció el legado del legendario Roberto Clemente, el primer puertorriqueño elegido al Salón de la Fama en 1973, pocos meses después de su trágica muerte el 31 de diciembre de 1972.

"Desde la primera vez que vi a Roberto Clemente con los Piratas en la Serie Mundial (de 1971), ya era un enamorado del béisbol", señaló. "Lo único que quería hacer era jugar pelota y como la mayoría de los niños en Puerto Rico, quería ser como Roberto Clemente. Qué gran ejemplo fue Roberto Clemente para todos nosotros en Puerto Rico. Y qué honor tener mi placa en el mismo lugar que la de él".

Martínez fue exaltado el domingo al templo de los inmortales tras una carrera en la que fue seleccionado siete veces al Juego de Estrellas y en la que debió esperar hasta los 27 años para tener la oportunidad de actuar con regularidad.

Cumplió todos los 18 años de su carrera en las Grandes Ligas con los Marineros de Seattle.

Prototipo del bateador designado, Martínez tuvo que esperar hasta su décimo año de elegibilidad en la votación de la Asociación de Cronistas de Béisbol Norteamérica para alcanzar el 85,4% de respaldo, por encima del 75% mínimo que se necesita.

"Estoy honrado y recibo con modestia el estar aquí de pie", confesó Martínez. "Cuesta creer que un sueño que empezó cuando tenía 10 años (acabe aquí). Cuando por primera vez vi a Roberto Clemente, lo único que quería era jugar pelota. Es todo un honor tener mi placa en el Salón de la Fama junto a la suya".

Martínez ganó dos títulos de bateo de la Liga Americana y lideró el circuito en porcentaje de embasado en tres ocasiones. Fue proclamado como el mejor bateador designado en cinco ocasiones, un premio que ahora lleva su nombre.

Caundo se retiró, Martínez era uno de los únicos seis jugadores en la historia de las Grandes Ligas con un promedio de .300 al bate, .400 de embasado, .500 de slugging, 500 dobles y 300 cuadrangulares.

Un doble de Martínez dejó tendidos a los Yanquis de Nueva York y le dio a los Marineros la victoria en la serie divisional de 1995 de la Liga Americana, y con ello aseguró ser siempre un ídolo en la región del Noroeste de la costa del Pacífico.

"Fanáticos, soy muy afortunado", destacó Martínez. "Gracias por siempre haberme apoyado. El respaldo que me dieron es lo que me tiene aquí. Estoy muy feliz de haber estado con ustedes hasta el final de mi carrera".

Aunque admitió que tuvo dudas de que al final pudiese entrar al Salón de la Fama, ahora vivía un día inolvidable y para siempre.

"Este es un día que nunca imaginé iba a ocurrir cuando crecía en Puerto Rico. La verdad es que tuve momentos en los últimos 10 años que no iba a pasar. Estoy tan agradecido y orgulloso", subrayó Martínez. 

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