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Aparatosa cornada se lleva Enrique Ponce

El País | 18 Marzo 2019 | 14:51
Cuando parecía que la faena estaba bajo control, cuando daba la impresión de que Ponce apabullaba a un obediente toro, cuando todo transcurría más por la senda de no pasar nada más que lo previsto, surgió el percance. Al dar Ponce un pase de pecho, ya con la faena cumplida y bien cumplida, el toro lo prendió por el muslo izquierdo, lo lanzó a considerable altura y lo rebuscó en la arena. Al caer sobre la pierna izquierda, se vio con claridad cómo se le doblaba la rodilla. En brazos de las asistencias y con evidentes signos de dolor, fue trasladado a la enfermería. Nadie pensaba minutos antes que podía ocurrir lo que ocurrió, sobre todo porque Ponce mandaba de forma rotunda sobre la aparente docilidad de un toro que no planteaba problemas. Fácil siempre, confiado, en faena trabajada, se fue pasando a un toro que dominaba sin oposición alguna. Pero los toros, aunque descastados y dóciles como este, no admiten ni dudas ni excesivas confianzas.
 
n su primero, muy ofensivo y astifino que disimulaba otras carencias, Ponce tiró de recursos para sacar partido de un toro que no parecía tener mucho fuelle. A base de paciencia, casi siempre a la voz, Ponce fue sonsacando el poco juego y la poca transmisión que tenía el toro. La superioridad del torero era tan manifiesta que la faena transcurrió sin emoción. Muy fácil Ponce.
 
A sus dos toros Toñete les puso voluntad, cierta frescura, pero las dos faenas fueron de más ruido que nueces. Su primero, como el resto de la corrida, careció de la mínima emoción, flojeó y acabó muy quedado. Todo transcurrió sin relieve. Mató al que cogió a Ponce y en su segundo toro, que cerró plaza, anduvo con el capote a merced de los caprichos de un astado manso en varas, distraído, que recorrió mucho ruedo sin que nadie, ni matador ni cuadrilla, lograra sujetarlo. Con la cara alta, berreón y a un aire de no querer pelea, llegó a la muleta. Toñete, a favor de corriente de un público sensibilizado por el percance de Ponce en el toro anterior, volvió a poner voluntad, pero poco más. Sin mucho ajuste en los muletazos y ligero de movimientos, montó otra labor sonora pero de escaso contenido.
 
Diego Ventura, ante dos toros también noblones y que no opusieron resistencia, cumplió y poco más. Muy irregular en su primero a la hora de clavar, la lidia de este toro transcurrió sin el clamor al que acostumbra Ventura. Tampoco el toro ayudó en la parte final de la lidia al llegar bastante gastado. En el cuarto jugueteó mucho, mejoró al clavar, aunque la colocación de las banderillas tampoco se ajustara mucho, pero fue labor muy elaborada y de mayor llegada al tendido. Dominó la escena con recursos de consumado caballista y sacó todo el jugo que tenía el de Los Espartales. Lo mejor lo hizo a lomos de ‘Dólar’, al que despojó de la cabezada, para poner un par de banderillas a dos manos que salieron perfectos de ejecución y colocación.
 
Finalizado el festejo, la empresa comunicó la ausencia de Emilio de Justo en la última de Feria, al no estar recuperado del percance que sufrió el mes pasado en Vista Alegre. Su sustituto será Finito de Córdoba, noticia que ha descorchado la polémica porque su presencia no tiene sentido. Máxime teniendo en cuenta que por la feria han pasado toreros jóvenes con suficientes méritos para ocupar el sitio de De Justo, caso por ejemplo de Pablo Aguado que tan magnífica impresión causó hace pocos días. Una vez más, las palabras del llamado productor Simón Casas, en apoyo a los toreros jóvenes o emergentes como él llama, suenan demagógicas. La oportunidad de demostrar su supuesta filosofía en apoyo del futuro queda demostrado que es una postura falsa.
 
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