Volvió a gozar, a ganar y a festejar. Angelique Kerber, que dio el salto de calidad en su carrera en 2016, se recuperó a pleno esta temporada, tras un año muy pobre. La alemana logró otro título de Grand Slam, en Wimbledon, tocando el cielo con las manos. Y pasó de quedar N°1 hace dos años, tras salir del Top 20 en el siguiente año a ser la escolta en el ranking WTA en 2018.
Haber conquistado por primera vez el título en Londres, su tercer Grand Slam, fue y será inolvidable para la zurda. "Empecé la temporada con muchas preguntas, con serias dudas sobre mi tenis y mi potencial. Tras un mal 2017, decidí sentarme con mi equipo de trabajo, analizar lo que había ocurrido y buscar nuevas estrategias. Me di cuenta de que llevaba tiempo sin divertirme y supe que esa era la clave de mi mal rendimiento. Era consciente de que necesitaba volver a pasarla bien con lo que realmente me apasiona, que es el tenis", contó Kerber.
Arrancó con el título de Sídney y trepando a semifinales en el Abierto de Australia. "Esas semanas me hicieron ver que podía volver a jugar mi mejor tenis, me dieron gran confianza para el resto", agregó, en el repaso de un año increíble para la germana.
Ganar Wimbledon fue un sueño hecho realidad y, hacerlo contra Serena, resultó muy especial. No tengo dudas de que ese día fue el más importante de mi carrera; de niña siempre soñaba con ganar ese torneo, repleto de historia y tradición, y hacerlo como lo hice fue increíble", aseguró.
Kerber cerró 2018 como escolta de la rumana Simona Halep en el ranking WTA. Contrató a su compatriota Rainer Schuettler, ex-Top 5 de la ATP, como entrenador y esto le puede dar un nuevo aire para afrontar 2019 con más energías, tratando de no caer en un pozo, como le ocurrió tras su gran 2016. Es hora de mantenerse en la elite y seguir peleando por los grandes torneos.
