La situación de Paul George no es cómoda. Salió de su anterior equipo, los Pacers, forzando esa decisión al asegurarles que no renovaría. Ahora juega en Oklahoma City, donde acaba contrato el próximo verano (tiene una opción de jugador), y donde saben, porque él mismo se encargó de dejarlo claro en su momento, que su deseo a partir de 2018 es jugar en Lakers. En cualquier caso, no se arrepiente de nada.
“Todo lo que se dijo es que se trata de un destino al que me gustaría ir. En ningún caso puse una pistola en la cabeza y dije ‘envíame aquí’. He dicho un sitio al que quería ir a jugar. Si preguntas al 70 u 80 por ciento de los chicos de la liga te dirán que les gustaría ir a casa y jugar en su ciudad. Eso es todo lo que dije”, explica justo antes de enfrentarse a los Lakers en Los Ángeles.
“Me hubiera encantado volver a casa y jugar en mi ciudad, así que no me arrepiento de nada. No me arrepiento de nada en absoluto. Pienso que el intercambio que se acabó dando fue beneficioso para ambas partes”, sentencia.
Los Thunder han mejorado mucho desde que empezó la temporada. Con siete victorias en los diez últimos partidos, los hombres de Billy Donovan son actualmente quintos en la Conferencia Oeste, pero siguen estando lejos de las expectativas. La pregunta a estas alturas es si algún resultado final que no llegue acompañado del anillo le convencería para continuar.
Incógnita hasta última hora
La realidad para OKC es que no sabrán qué hará Paul George hasta la misma agencia libre. Los Thunder, para quienes el plazo para conseguir algo por su jugador concluye en febrero, deberán jugárselo todo a una carta. Convencen a George de que se quede con ellos o deberán iniciar un plan B con el que contentar la ambición de Westbrook.
