Homicidios, robos y asaltos son algunos de los índices de criminalidad que crecen a tasas de dos dígitos en el estado de Río de Janeiro, donde la crisis provocó el aumento del desempleo y un agujero en las cuentas públicas que impide aumentar el dispositivo de seguridad.
Los datos publicados esta semana por el Instituto de Seguridad Pública de Río de Janeiro (ISP) no dejan lugar a dudas: el crimen está en aumento en el estado que hace menos de un año albergo los Juegos Olímpicos.
Los homicidios, que sumaron cinco mil 33 en 2016, fueron un 19.8 por ciento más que el año pasado, mientras los robos a transeúntes crecieron un 43 por ciento, hasta sumar casi 94 mil casos.
Casi a diario las redes sociales y la prensa brasileña se hacen eco de la violencia que azota al estado fluminense, mientras la criminalidad ha pasado a ser recurrente en barrios incluso turísticos, como Botafogo o Santa Teresa, donde viven sectores de la clase media-alta carioca.
Dos de los índices que más han crecido son los temidos asaltos a autobuses, que en ocasiones terminan con el incendio del vehículo después de que los pasajeros fueran asaltados a punta de pistola.
En 2016 fueron 13 mil 800 casos de asaltos a autobuses, un 77.2 por ciento más que en 2015 y un 130 por ciento más respecto a 2013, antes de que estallara la crisis económica que dejó las finanzas públicas al borde de una bancarrota que ha necesitado el rescate del Gobierno federal.
“Estamos haciendo lo máximo que podemos, pero estamos en un escenario nacional de aumento de los homicidios”, explicó hoy el comisario Rivaldo Barbosa, director de la división de homicidios de la Policía Civil de Río de Janeiro.
“Hemos actuado al límite de las posibilidades”, señaló la fuente, que evocó la falta de medios y de personal para hacer frente a una situación “vergonzosa”.
“En la ciudad de Río de Janeiro tenemos unos mil 200 homicidios anuales y apenas 180 policías para investigarlos; en Londres son unos 500 asesinatos investigados por más de medio millar de policías”, comparó Barbosa, en declaraciones a la radio brasileña CBN hoy.
Al borde de la bancarrota –el estado se encuentra en plena negociación para recibir financiación urgente del Gobierno federal-, las autoridades carecen de liquidez para pagar sueldos y horas extras a los policías, así como para hacer funcionar normalmente los hospitales públicos.
Numerosos analistas y expertos en seguridad llevan meses advirtiendo que la falta de dinero público provocaría una nueva crisis de seguridad en Río de Janeiro.
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