Con Trump se modificaría la cobertura de la Casa Blanca

2017-01-18 | 13:28 | Notimex

Por décadas los periodistas que cubren la Casa Blanca han realizado parte de sus tareas a escasos metros de la oficina del presidente, pero ello podría cambiar bajo la administración de Donald Trump, lo que ha generado alerta por sus potenciales implicaciones.

Si bien, esta cercanía física no se ha extendido al mandatario en turno, el cambio considerado por Trump ha sido recibido con reserva por la Asociación de Corresponsales de la Casa Blanca (WHCA por su sigla en inglés), ante el temor de que se trate de una maniobra para limitar el acceso al mandatario.

Durante un encuentro con Sean Spicer, el nuevo vocero presidencial, Jeff Mason, presidente de la WHCA, dijo que su gremio vería como inaceptable si la administración entrante trata de sacar a los reporteros de la Casa Blanca del espacio de trabajo que se ubica a espaldas de la sala de prensa.

“El acceso en el ala oeste a altos funcionarios de la administración, incluido el secretario de prensa, es fundamental para la transparencia y la capacidad de los periodistas para hacer su trabajo”, enfatizó el corresponsal de la agencia Reuters.

Durante el encuentro privado de dos horas con Mason, Spicer demandó además que los periodistas “se adhieran a un alto nivel de decoro en las conferencias de prensa del secretario de prensa y las conferencias de prensa del presidente”, evidenciando al malestar con las líneas de cuestionamiento que Trump ha enfrentado.

El encuentro se produjo días después que el nuevo jefe de gabinete Reince Priebus habló sobre la posibilidad de mover la sala de prensa fuera del espacio que ocupa en el ala oeste de la Casa Blanca, ubicada a 20 metros la oficina oval.

La mayor parte de la pequeña sala es ocupada por los 49 asientos asignados en su mayoría a algunos de los más importantes medios de la prensa nacional, y es donde tiene lugar la cotidiana conferencia de prensa del vocero presidencial.

El argumento de Priebus y Spicer para este potencial cambio es acomodar a un mayor número de periodistas, algo imposible ahora por el limitado espacio de la sala James S. Brady, nombrada en honor del secretario de prensa del presidente Ronald Reagan que resultó herido en el atentado contra el jefe de Estado en 1981.

La idea de mover el espacio a una sala más amplia en el inmueble contiguo a la Casa Blanca conocido como el viejo edificio ejecutivo, no ha sido bien recibida ante el temor que ello se traduzca en un acceso limitado a Trump y a sus colaboradores más cercanos que despachan en el mismo inmueble.

Cuestionado el martes, durante su última conferencia de prensa, el vocero presidencial Josh Earrnest dejó en claro que tal idea nunca fue considerada por la administración de Barack Obama.

Algunos comunicadores ven detrás de la propuesta una suerte de revancha de parte del presidente electo, quien ha dejado en claro su desdén hacia la misma prensa que en su vida pasada como celebridad de televisión buscó con afán.

Semanas atrás, Spicer pareció adelantar que los cambios en la manera como Trump se comunicará con la opinión pública podrían ir más allá de los reacomodos físicos de la prensa asignada a cubrir la casa presidencial.

Cuestionado por el comentarista conservador Hug Hewitt, Spicer dijo que es posible que Trump no realice conferencias de prensa regulares, pudiendo reemplazarlas con chats en vivo en las redes sociales Facebook y Twitter, enfatizando que no tiene que ajustarse a los actuales precedentes.

“Tal vez hagamos una serie de conferencias de prensa, pero tal vez hagamos alguna sesión comunitaria en Facebook. Quizás solicitamos ideas a través de Twitter. La respuesta es que estamos evaluando muchas cosas”, indicó.

La relación de Trump con los medios informativos ha sido ríspida desde la campaña presidencial, cuando colocó en una “lista negra” de manera temporal a los diarios The New York Times, The Washington Post, Politico y Des Moines Register, y los portales electrónicos The Huffington Post y BuzzFeed.

La semana pasada, durante su más reciente rueda de prensa, Trump no tuvo empacho en acusar a la televisora CNN de propagar noticias falsas y vetó al reportero de la cadena Jim Acosta, a raíz de un reportaje sobre supuesta información comprometedora del millonario en poder de Rusia.

Además, decenas de medios informativos no recibieron la acreditación correspondiente para acceder a esa cobertura, similar a la situación con las teleconferencias de su equipo de transición, y a la que se está desarrollando para la cobertura de las actividades oficiales posteriores a la juramentación el 20 de enero.

Para Jack Shafer, del diario Politico, más allá de las acciones que Trump adopte para modificar la cobertura de la Casa Blanca, los cambios deberían ser celebrados como una oportunidad para que la prensa asignada a cubrirlo deje de depender en filtraciones y haga su trabajo pensando que va a una zona de guerra.

En un reciente análisis, Shafer consideró que a su manera “Trump nos ha liberado”, y ahora los periodistas deben ver su toma de protesta este viernes como una suerte de Día de la Liberación para explorar las noticias más allá de los círculos habituales de la capital estadunidense.

Recordó que el desdén de Trump por la prensa “ha sido explícito”, así como su aversión por las conferencias de prensa, su desafió a los cuestionamientos, su manera vengativa con quienes se cruzan en su camino, “así que, olvídate de la sala de prensa de la Casa Blanca. Es hora de rodear detrás de líneas enemigas”.

 

 

 

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