Incendian pozos petroleros en Irak

2016-11-23 | 11:35 | Agencia

Los bomberos aparecen, agotados, en medio de una espesa columna de humo negro que emana de un pozo petrolero incendiado por el Estado Islámico (EI) en el norte de Irak.

Algunos llevan un casco rojo, otros una máscara para protegerse del humo, todos descansan un momento y vuelven a los pozos de donde salen las llamas rojas y el humo negro.

Desde la mañana, ayudados por ingenieros petroleros y policías, los bomberos luchan contra los incendios de una decena de pozos petroleros en Qayyarah, una localidad en el desierto de Irak, a 60 km al sur de Mosul.

Los pozos arden desde el mes de agosto, cuando los yihadistas los incendiaron para frenar la ofensiva de las fuerzas armadas iraquíes contra Mosul.

Desde hace tres meses, interminables columnas de humo tapan el cielo, contaminan el aire y cubren de hollín el suelo de Qayyarah y sus alrededores.

En medio del ruido de las pompas que extraen agua de un inmenso tanque de agua los bomberos hacen señas de que no pueden hablar a los periodistas.

La lucha contra el fuego en los pozos es una tarea compleja y peligrosa.

"En un primer tiempo, la policía federal debe verificar que los yihadistas no minaron los pozos", cuenta Saleh Khodr Ahmad, un empleado del sitio.

Luego, los 'soldados del fuego' "colocan una manguera en el pozo para inyectar agua hasta apagar el incendio y después cubrirlo de tierra", explica Ahmad.

La tarea puede llevar hasta un mes de trabajo y por el momento sólo lograron apagar dos de los 19 pozos incendiados.

"Estoy extenuado, mi cuerpo está destrozado", dice Ahmad.

Los incendios de petróleo crudo "producen un amplio abanico de contaminantes, en particular hollín y gases que causan irritaciones de la piel y agotamiento", sostiene el programa de medio ambiente de la ONU.

Cerca del sitio están estacionados una ambulancia y camiones de bomberos.

"Las ambulancias están ahí para intervenir en caso de sofocación o cualquier herida causada por explosiones", señala Ismaïl Ali Mohammed, un oficial de policía encargado de la seguridad del lugar.

Uno de sus colegas murió el sábado pasado al pisar una mina enterrada por los yihadistas que los bomberos intentaban desactivar.

"He estado aquí durante 15 días, trabajando 24 horas seguidas. Estamos envenenados por el humo", agrega Mohammed, cuya familia vive en Mosul, en un barrio controlado por el Estado Islámico.

"La situación es lamentable", insiste.

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