La película “El Resplandor”, el clásico de terror de Stanley Kubrick basado en la novela homónima de Stephen King, tiene varias escenas memorables. Jack Torrance, el personaje de Jack Nicholson, rompiendo la puerta con el hacha; su pequeño hijo Danny recorriendo el Hotel Overlook en su triciclo o las mellizas diabólicas, están en la memoria cinematográfica mundial.
Pero sin duda, una de las más icónicas es aquella del ascensor que sangra. Se trata de una imagen que probablemente ha formado parte de las pesadillas de muchos espectadores y que, de hecho, fue tan impresionante que el estudio centró la comercialización de la película casi exclusivamente en esa toma. Ahora, casi 40 años después, el asistente de Kubrick, Leon Vitali, reveló en una entrevista cómo se hizo la escena.
“Pasamos semanas y semanas tratando de obtener la calidad y la sangre de la forma más natural posible. La consistencia también fue bastante importante, porque estábamos vertiendo cientos de litros de cosas. No la queríamos demasiado roja”, dijo Vitali.
“Y luego, por supuesto, estaban los mecanismos, porque si tienes tanta presión dentro de algo como un ascensor, va a explotar si no tienes cuidado. Funcionó de una manera que nunca pensamos que funcionaría. Era un volumen tan violento el líquido rojo que venía hacia ti; aquellos de nosotros que estábamos de frente pensamos: ‘Dios mío, ¡nos vamos a ahogar!'”, agregó.
El mismo Kubrick estaba tan ansioso por grabar la agotadora escena, que él mismo ayudó a construir el mecanismo del ascensor y colocó cuatro cámaras con diferentes enfoques y diferentes velocidades de frames. Vitali recuerda a los operadores de cámaras que subían dentro de cajas de madera de gran tamaño para evitar que se rociaran con el líquido rojo que se duplicaba como si fuera sangre real, consigna Gizmodo.
El día de la secuencia tuvieron que trabajar rápido, porque el ascensor no iba a poder mantener su contenido líquido por mucho tiempo. “El ascensor comenzaba a gotear antes de que las puertas se abrieran”, recordó Vitali. “Creo que lo ves en la película; empieza a filtrarse”.
Era tan la expectación con la escena, que Kubrick abandonó la habitación antes de que se realizara la grabación real, porque se sentía incapaz de estar delante si algo salía mal . Por suerte, el final lo conocemos. La escena salió perfecta y se convirtió en una de las favoritas del propio Kubrick, quien la vio una y otra vez con una sonrisa en el rostro.