Pocos, muy poquitos artistas de los 80, han sabido reciclarse y llegar a nuestros días frescos (más o menos) como una lechuga. Y menos aún lo han logrado sabiendo reírse de sí mismos, como Rick Astley, que se tomó bastante bien todo aquello del Rickrolling. Pero no sólo ha logrado caer bien por ello a nuevas generaciones que difícilmente sabrían de él o actuar con Foo Fighters, sino que además ha vuelto a vender discos. 50, su álbum de 2016, vendió más de 300.000 copias y llegó a ser número 1 en Reino Unido, desbancando al jovenzuelo Tom Odell.
Pues bien, Rick vuelve. Su nuevo disco, Beautiful Life, se publica el día 20 de julio y, como ya hiciera en 50, no ha recurrido a ningún productor o músico externo: todo, absolutamente todo, lo ha hecho e interpretado él solo. Una heroicidad, casi, en días de “writing camps”. Claro que aprendió de los mejores, puesto que Stock, Aitken y Waterman fueron los autores de sus hits ‘Never Gonna Give You Up’ y ‘Together Forever’.
Estas doce nuevas canciones se presentan con el corte que da nombre al disco y que, pese a esos coros que intentan hacer yodel, muestra una clara querencia por el funk de Nigel Rodgers. Aunque, también, mantiene ciertas aspiraciones contemporáneas, con esa paradita pre-estribillo y algunos truquitos rítmicos tan Daft Punk.