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Mario obligó a Giovana a secuestrar a Fátima, señala tía del asesino

El Heraldo de México | 21/02/2020 | 15:54

Cuando Irma Reyes Castañeda decidió recibir a su sobrino Mario, a quien no veía desde que él tenía cuatro años, sólo pensó en su hermano Pepe, quien se suicidó años atrás.
 
Mario llegó acompañado de Giovana y sus tres pequeños hijos, al paraje de la Palma en el municipio de Isidro Fabela, en el Estado de México, desde el sábado 15 de febrero.
 
En medio de una zona boscosa, durante todo este tiempo permanecieron encerrados en dos cuartos en obra negra, oscuros, de cuatro por cuatro, sin muebles.
 
Irma descubrió, por un noticiero de televisión, que eran las personas buscadas por la autoridad, como probables responsables del rapto y muerte de la pequeña Fátima.
 
“Las primeras noticias sólo hablaban de una mujer, nunca mencionaron a un hombre, ni a niños. Hasta que vi la foto de Mario, lo reconocí, entonces bajé y los encaré.
 
“Les dije, ‘quiero saber la verdad, ¿ustedes hicieron esa atrocidad? ¿Quién mató a la niña? Mario me contestó que fue Giovana. ‘Sí, pero él fue quien la detuvo y me dio los cinturones’, respondió ella”. Irma Reyes narra que entonces le preguntó a Giovana si lo había hecho por dinero o por venganza, y ella respondió que no. “Tienes que entregarte, lo que hiciste fue un pecado divino”, le reviró.
 
Para entonces, la tía de Mario pensó que Giovana era la única culpable de feminicidio de Fátima. Acordaron que ella la entregaría a las autoridades y el sobrino se iría con los niños.
 
Pero, cuando él bajo por los pequeños, Giovana, se hincó y le suplicó ayuda; entonces habló de las amenazas y maltratos de Mario. Le dijo cómo mataron a la pequeña Fátima, con un cinturón y luego de que él abusó de ella.
 
“Me dijo que él la sostenía y ella apretaba, pero como no le alcanzaban las fuerzas y la niña se seguía moviendo, él dio el último apretón.
 
“Giovana me dijo, que lo hizo por miedo, por temor, él le pegaba mucho, la tenía amenazada y le advirtió que si no le llevaba un regalito, una novia joven, entonces abusaría de una de sus hijas; por eso decidió ir por Fátima a la escuela”.
 
Mientras Irma aprieta las manos, asegura quiere que se haga justicia, porque cuando supo la verdad y la forma en que abusaron y terminaron con la vida la pequeña Fátima, sintió coraje e ira.
 
“Fue una niña y yo soy abuela, soy mujer, eso fue lo que me llevó a entregarlos. Temí que me atacaran, pero era tanta mi indignación y coraje que no me importó”, aseveró.