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Científicos proponen un elevador a la Luna llamado ‘Spaceline’

Agencias | 19/09/2019 | 00:41

El futuro de la humanidad puede estar en el espacio, pero salir es un gran desafío. Astrónomos de dos universidades han sugerido que construir un elevador a la Luna sería una solución a largo plazo para este problema.

 

Proyecto Spaceline

Como alternativa, un par de graduados en astronomía, Zephyre Penoyre del Instituto de Astronomía de la Universidad de Cambridge y Emily Standford del Departamento de Astronomía de la Universidad de Columbia, recomiendan una alternativa inspirada conocida como Spaceline.

 

La línea espacial sería más como un gancho celeste que una torre. Una pieza delgada y fuerte de material que se extendería aproximadamente 362.000 kilómetros desde la superficie de la Luna hasta una distancia segura sobre el planeta, donde no interferiría con los satélites ni se toparía con la atmósfera.

 

Este concepto consistiría en anclar una capa de alta resistencia a la tracción a la Luna que se extendería profundamente dentro del pozo de gravedad de la Tierra. Esto permitiría la libre circulación de personas y materiales entre la Tierra y la Luna a una fracción del costo.

 

Estudios y obstáculos

En un estudio publicado en arXiv, los expertos sostienen que es tecnológicamente y económicamente factible construir tal «elevador a la Luna o elevador espacial», que el ingeniero espacial Jerome Pearson detalló por primera vez públicamente en una conferencia en 1977 y el ingeniero ruso Yuri Arsutanov en un artículo posterior publicado en 1979.

 

Las naves espaciales que estarían destinadas a Marte, Venus, Mercurio y el Sistema Solar exterior podrían construirse en órbita y lanzarse desde el propio ascensor. Estas naves espaciales también podrían ser reutilizables y permitir hábitats alrededor de otros planetas y cuerpos, dándonos la capacidad de extender nuestra presencia a través del Sistema Solar. Desafortunadamente, toda esta planificación se encuentra con un problema importante, que también surge de la gravedad de la Tierra.

 

En pocas palabras, ningún material conocido era lo suficientemente fuerte como para soportar una estructura en órbita atada a la Tierra. En el siglo XXI, la invención de los nanotubos de carbono revitalizó el interés en el concepto.