Un antidepresivo mexicano hecho del amaranto

Cuando pensamos en amaranto seguramente nos vienen a la mente varias aplicaciones culinarias, y, sin duda alguna, la forma más conocida es el dulce llamado “alegría”. Todo parece indicar que el nombre le hace justicia a las acciones benéficas encontradas por el investigador de la UNAM, Manuel Soriana García, quien descubrió que las proteínas encontradas en las semillas de amaranto tienen propiedades antidepresivas.

Los responsables son sus altos niveles de triptófano, un aminoácido no esencial, es decir que nuestro cuerpo no lo produce de forma natural, que ayuda a sintetizar la serotonina, mejor conocida como el neurotransmisor de la felicidad, y uno de los principales reguladores del estado de ánimo. A partir de este descubrimiento, Soriano García, desarrollo cápsulas que pueden funcionar como una alternativa a los antidepresivos, con la ventaja de no tener efectos secundarios, actuar de forma casi inmediata y no ser tan caras.

Estudios han estimado que 10 millones de mexicanos padecen de depresión. Las mujeres son las que tienen mayor predisposición a presentarla (10.4%) comparadas con los hombres (5.4%). En México la depresión es una de las enfermedades más incapacitantes, creando un alto costo social para el país. También es la principal causa de pérdida de años de vida ajustados por discapacidad para las mujeres y la novena para los hombres.

Es curioso que siempre hemos tenido la solución en la cocina. Seguramente fray Martín de Valencia, nunca se imaginó que el nombre con el que bautizó a la mezcla de semillas de amaranto reventadas mezcladas con miel de abeja, fuera precisamente uno de los efectos neurológicos de este delicioso platillo.

Las cápsulas se llaman AntePro y son producidas por la compañía Gastronomía Molecular, fundado por el propio Manuel Soriano. Ya han sido probados en los Institutos Nacionales de Neurología y Psiquiatría, así como por la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos, FDA por sus siglas en inglés.