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Conoce Yuriria un Pueblo Mágico lleno de milagros

Agencia | 23/07/2019 | 13:34

Con nueve templos principales, Yuriria es uno de los Pueblos Mágicos más devotos de Guanajuato, pues además tiene dos mártires reconocidos por la Iglesia y uno de sus sacerdotes en proceso de canonización debido a todos los milagros que los pobladores le atribuyen.
 
El mercado es una parada obligatoria para todos los turistas, ya que sirven los platillos típicos como el caldo michi y el capón; además de antojitos como birria y carpas frescas que son pescadas cada día en el lago homónimo.
 
Sobre la calle principal que atraviesa todo el pueblo, Miguel Hidalgo y 5 de mayo, se ubica el Templo de la Preciosa Sangre de Cristo que está adscrito a la Basílica de San Pedro del Vaticano, ya que su arquitectura semeja un poco al lugar, pero, sobre todo, porque si se entra al recinto con devoción se absuelven hasta 100 días de pecado. Sin embargo, si se realiza en fechas especiales como Semana Santa, el 1 de enero o el viernes de Cuaresma, todos los pecados podrían ser perdonados, explicó Alfonso Arévalo, guía turístico.
 
El exconvento de San Agustín, que en 2007 fue premiado como el inmueble religioso mejor conservado del estado, resguarda a un Cristo de ébano o Cristo negro, el cual fue traído por los españoles desde Toledo y el cual tiene su propia fiesta que se divide en dos fechas: el 30 de agosto cuando es trasladado a otra parroquia y el 30 de septiembre, cuando todo el pueblo lo acompaña de regreso a su altar.
 
Se cuenta que fue construido por órdenes de Vasco de Quiroga y los conquistadores mandaron a desalojar a los Agustinos y los indígenas que se refugiaban en ésta porque pensaban que era usada como fortaleza debido al tamaño de su construcción.
 
También se narra que, durante la lucha de Independencia, Agustín de Iturbide intentó resguardarse en el convento, mas el padre que estaba a cargo en ese tiempo mandó a que le prendieran fuego al lugar para que no fuera tomado por los guerrilleros y el altar original se consumió por completo, excepto el rostro de Dios, al que está dedicado el retablo.