Miguel Ángel Sosa | 11/07/2019 | 20:32
En los últimos días hemos visto que no todo está blindado dentro del gobierno federal. Una pifia del secretario Durazo catapultó al ex presidente Felipe Calderón, y una despedida en Hacienda hizo visibles los roces y fracturas al interior.
Y era de esperarse que, una vez que se asentaran las aguas, salieran pugnas, reacomodos e incluso nuevos egos, en el espectáculo de la cuarta transformación. Porque en la aparente mansa superficie ya se ven tiburones merodeando y uno que otro pececillo que aún no encuentra su lugar.
El presidente López Obrador, fiel a su costumbre, dio un puñetazo en la mesa ante lo que calificó como una intentona de que la continuidad neolibeal en las finanzas públicas hiciera su aparición impulsada por Carlos Urzúa.
Se fue el hombre fuerte de la Secretaría de Hacienda, pero no el poder tras el trono. La oficial mayor Raquel Buenrostro es quien amasa el teje y maneje, pues es la que vigila y autoriza todas las compras consolidadas de la administración federal.
Lo de Urzúa fue una llamada de atención para todos desde Palacio Nacional: si se fue el hombre del dinero se puede ir cualquiera. Con ello, el presidente reafirmó que su dedito sigue marcando línea, lástima que con ésta salida sí se llevó un raspón en la armadura.
Por otro lado, presenciamos la peor clase de manejo de crisis que un funcionario nos pudiera regalar. Al secretario de Seguridad Ciudadana, Alfonso Durazo, se le hizo fácil torpedear al expresidente Felipe Calderón. Se le olvidó que el michoacano es hábil en el ring.
El ex presidente exigió disculpas públicas por difamación, al insinuarse que él era la mano que estaba detrás de las protestas de los policías federales por su adhesión a la Guardia Nacional. No lo quedó de otra a Durazo que hacer roadshow para enmendar su propio error.
Al respecto, el titular del Ejecutivo evadió hacer comentarios. Fue más que evidente el no querer polemizar y mucho menos regalar oxígeno a quien fuera el último presidente emanado del Partido Acción Nación.
Bien sabe el diablo a quien se le aparece. Ahora Durazo tendrá una historia más para el anecdotario: quien habla lo que no debe, oye lo que no quiere. Y en el trayecto, también le recomendaron ser dueño de su silencio.
ENTRE TELONES. A poco más de siete meses, ya van 11 bajas en el gobierno que encabeza López Obrador. Entre ellas destacan además de la de Urzúa, la de Germán Martínez (IMSS) y Josefa González Blanco (SEMARNAT). Pero también las de diversos comisionados de órganos reguladores y en instituciones de turismo y seguridad.
Twitter: @Mik3_Sosa