Estados Unidos alberga a 2.3 millones de presos, el sistema carcelario estadounidense es el mayor del mundo, y mantenerlo cuesta por lo menos 182 mil millones de dólares anuales. Tres de cuatro presos son hispanos y negros.
De acuerdo con el reporte de la ONG Prison Policy Initiative (PPI), del presupuesto para mantener un sistema de “encarcelación masiva”, tantos como 85 mil millones son específicamente dedicados a sostener un sistema de 112 prisiones federales, con 221 mil prisioneros, más de 1,700 cárceles estatales que alojan 1.3 millones de reos, y más de 3,100 municipales con 661 mil presos, incluso unos 460 mil no condenados, así como unos 1,700 centros de detención juvenil o correccionales.
En 2016, la entonces candidata presidencial demócrata, Hillary Clinton, afirmó que según varios estudios, Estados Unidos tenía 5 por ciento de la población mundial, pero 20 o 25 por ciento de la población carcelaria, y la proporción no parece haber cambiado.
El sistema judicial estadounidense es particularmente severo, como muestra la regla de que un reincidente –de tres veces– será condenado a prisión de por vida o la disposición para considerar como delitos severos incluso faltas de tráfico.
Y eso funciona en favor del negocio de las prisiones.
El PPI estimó que las prisiones privadas representan 8% del total, aunque hasta antes de la crisis de migración no llegaban a los 200 mil internos.
Pero el verdadero dinero se encuentra en los servicios concesionados a proveedores privados por los administradores de las cárceles públicas: atención médica, alimentos, ropa o llamadas telefónicas.
La atención se fija normalmente en las prisiones administradas por empresas privadas, la realidad es que hay tanto dinero en esos servicios como en las cárceles públicas: al menos 2.9 mil millones de dólares en cada una. Y la proporción de ganancia es probablemente mayor.
De acuerdo con cifras oficiales citadas por el grupo Mass Incarceration Project (Proyecto sobre Encarcelación Masiva), EU tiene unos 655 prisioneros por cada 100 mil habitantes, la mayor proporción del mundo.
Y estadísticamente al menos, más de 75 por ciento de los prisioneros son negros o latinos.
Un reporte del grupo PPI precisó que hasta dos terceras partes de los detenidos en cárceles municipales están ahí por faltas administrativas locales menores que rescindirán en cuestión de días.
Pero según la ONG, “un puñado de empresas estadounidenses tienen sus dedos en casi todos los aspectos de la vida en prisión, recaudan miles de millones de dólares cada año en productos y servicios, a menudo con poca supervisión”.
Las empresas penitenciarias con fines de lucro surgieron en respuesta a la incapacidad del gobierno para manejar a la creciente población encarcelada.
Y de acuerdo con el reporte, se sabe que estas empresas hacen “ahorros” que a veces ponen en peligro a las personas para sacar provecho del sistema.
Así por ejemplo, 80 por ciento de las llamadas telefónicas se hacen a través de dos compañías, que han llegado a cobrar hasta 8.20 dólares por el primer minuto.
Otras empresas ofrecen servicios médicos y cobran por interno. Corizon Health, una de las principales, facturaba 15.16 dólares diarios por preso en 220 cárceles de 22 estados. En Arizona perdió contratos acusada de “engañar” a los supervisores.
Y así: de servicios de comida a los de transportación de pisos, de las tiendas de ropa y artículos de aseo dentro de los penales, sin olvidar la fabricación de equipo y artículos “seguros” para prisiones.
De acuerdo con el PPI, lo que sigue es que las compañías especializadas en surtir las necesidades del sistema carcelario estadounidense comiencen a ampliar sus negocios más allá de las paredes de la prisión.
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