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El mayor regalo sería saber de sus hijos madres de desaparecidos

Notimex | 10/05/2019 | 22:43

El mejor regalo de un día 10 de Mayo, Día de las Madres, para dos mamás regiomontanas, sería tener noticias sobre el paradero de sus hijos, a quienes buscan desde hace más de 10 años, cuando un día cualquiera, desaparecieron de la faz de la tierra, sin dejar el más escaso rastro de su existencia.

“Es como si nunca hubieran existido, como si se hubieran esfumado”, coinciden en señalar Amada Puentes González y Gregoria Briones Niño, cuyo rostro se entristece sólo de recordar los sueños e ilusiones que sus hijos no llegaron a concretar.

El Día de las Madres es una fecha cualquiera en el calendario, un día más para ellas, pues aunque tienen más hijos, llevan en su corazón al que un día ya no regresó a casa y por los cuales iniciaron una cadena de búsqueda intensa ante autoridades estatales, sin tener hasta el momento alguna respuesta.

Las lágrimas asoman a los ojos de la enfermera Gregoria Briones Niño, quien mantiene la esperanza de tener algún día los restos de su hijo Raymundo Antonio Peña Briones y disponer de un lugar “a donde llevarle flores”.

Como si fuera ayer, recuerda que fue precisamente en este mes en el año 2008 cuando tuvo el último contacto con Raymundo, quien tras ser despedido de su último trabajo quería trabajar como policía en el municipio conurbado de San Nicolás de los Garza.

“Fue el 9 de mayo –de 2008- - cuando estuvieron juntos en una reunión familiar-,  pero el 10 ya no lo vi, ni el 11,12 y 13, ya no supe de él”, expresó.

Señaló que su hijo fue visto por última vez por su esposa cuando llegó a su casa junto con un amigo y se quedaron afuera en un automóvil, para luego detectar que -minutos después- ya no se encontraban ellos ni el auto.

La búsqueda se inició, “solo sabía que su amigo se llamaba Mario y que ese día habían ido a la Secretaría de Seguridad Pública Municipal de San Nicolás a donde lo habían citado para análisis de laboratorio, tras una entrevista de trabajo”.

Refirió que pusieron la denuncia correspondiente el 14 de mayo de 2008 en el Ministerio Público del municipio de Guadalupe -donde vivía- y de San Nicolás de los Garza, en donde no obtuvieron respuesta, para acudir también a la Cruz Verde.

Finalmente y tras preguntar –a todo aquel que veía- en la Policía de San Nicolás se enteró que el amigo de su hijo se llamaba Mario Limón, cuyo papá laboraba en la corporación, pero la desaparición de ambos, no era novedad para las autoridades en una época en que Nuevo León atravesaba por una crisis de alta violencia.

La enfermera de profesión, que se desempeña en un hospital del sector salud del gobierno del estado, dijo que no fue hasta que se hizo pública la desaparición de Mario Limón con quien su hijo estaba, que pudo obtener un poco la atención de las autoridades, “pero no hicieron nada, son los mismos, sólo cambian de puesto”.

Ahora, dijo, solo nos queda la “fe en Dios”, sobre el caso de su hijo “no hay nada nuevo”, y aunque como enfermera, le toca observar casos de familias que pierden un familiar, “al menos ellos tienen el consuelo de tenerlos…-su cuerpo- , uno no”.

En un momento de su vida, dijo, pensó en dedicarle un espacio a su hijo para poder llevarle flores, pero desistió por opiniones de su familia…. “lo seguiré buscando”, dice con tristeza quien junto con Amada Puentes forman parte del colectivo Eslabones Nuevo León, que pertenece a la Red Eslabones por los Derechos Humanos, así como del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad.

“Pudieron haberlo encontrado inmediatamente, pero no lo hicieron, les dijimos quienes se lo habían llevado, siempre dijeron que no, el mismo Procurador dijo que las patrullas que se denunciaron estuvieron ahí, no podían haber participado en el levantón, porque antes eran levantones”, relata Puentes González.

Con lágrimas, al recordar con detalle la desaparición de su hijo Gustavo Castañeda Puentes, que a la fecha tendría 37 años, luego de que hace 10 años ya no supo de él.

Castañeda Puentes desapareció junto con dos personas más, uno que era su jefe y otro, un amigo conocido como “Vaquero Galáctico”, en la zona de la colonia Obispado, donde se señala la participación de policías estatales que los entregaron a integrantes de la delincuencia organizada.

En el lugar se observaron tres patrullas policíacas, “lo bueno es que una vecina tomó fotos de las patrullas, nos habló a nosotros….” , remarca, pero las pruebas no fueron suficientes ante las autoridades.´

Ahora, dice, sólo queda “la impotencia, el cansancio crónico. Le cortaron toda su vida, ya no vio crecer a su hijo, su único hijo”, al recordar al joven del cual ya no se volvió a saber desde el 25 de febrero de 2009.

El pesar de la madre de familia se acentúa al subrayar que cuando detuvieron a uno de los involucrados en la desaparición de su hijo, este confesó a las autoridades que lo mataron de un balazo en la cabeza.

El argumento del detenido fue “ni lo conocíamos, pero ya estaba en el paquete, ya nos había visto”, detalló.

Consideró que las personas desparecidas son revictimizadas, “los desaparecen unos y los vuelven a desaparecer otros, y los desaparecen quienes los sepultan, los incineran……no sé que suceda con ellos”.

Para Puentes González, “el espacio de mi Gustavo no lo puede llenar ni otro hijo, ni mis hijas, ni mis nietos, si su propio hijo puede llenar ese espacio que está ahí, este día 10 de mayo como todos los días, es un sufrir y estar enojada”, remarcó.