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La cuarta transformación y contando

Pedro Cervantes Roque | 04/05/2019 | 01:48

ME HE PREGUNTADO CUÁLES SON las razones por las que un presidente de la República tiene “adversarios” en lugar de “conciudadanos”. En un ambiente democrático -aunque fuera el más imperfecto del mundo- los individuos que adquieren la cualidad de “ciudadanos” comparten derechos y obligaciones frente a las instituciones del Estado. Se sujetan por igual al régimen de las leyes y disponen en paridad de los recursos que las propias leyes sustentan. Si los adversarios son políticos de militancia partidista diferente, entonces el plano al que se reduce la afirmación presidencial es al de una campaña electoral y no está bien. Un presidente no tiene adversarios, tiene conciudadanos. Está en un plano superior con ellos, es su líder, los gobierna y sirve a la vez, en el más alto sentido que inspira la patria por la que todos vivimos.
 
CASI A RENGLÓN SEGUIDO EL señor presidente de la República Andrés Manuel López Obrador me motiva a una reflexión más, quizá no distante de lo anteriormente escrito. Es común su referencia a los “fifís” -género que le sirve para ubicar una prensa y un sector que equipara con aquellos que estorbaron al presidente Francisco I. Madero en su breve mandato revolucionario- a quienes agrega a las personas que, según su criterio, forman esa masa informe e imprecisa de “conservadores”. Ninguno, en el ámbito que le corresponde, acepta ser un “fifí”, aunque pueda ser cualquiera.
 
LA INCONFORMIDAD FRENTE AL que gobierna forma parte del grupo de asuntos que un presidente debe escuchar, porque en muy pocos casos el origen de esa diferencia tiene tintes personales. La atención presidencial a los inconformes es tan importante como la sanción para quienes alientan esa inconformidad desde los partidos políticos o las organizaciones que buscan la simpatía ciudadana con miras electorales. Por eso la ciudadanía tiene una representación en la Cámara de Diputados y las entidades que forman la Federación están representadas en el Senado de la República. Esos dos canales deben permanecer abiertos e independientes para que un presidente atienda los asuntos que la ciudadanía conserva como demandas de bienestar.
 
EL PRESIDENTE ANDRÉS MANUEL López Obrador no tiene adversarios. No enfrenta a una corriente conservadora de ciudadanos porque ellos tienen su ámbito en los partidos y, en todo caso, deben dirimir sus diferencias entre iguales, es decir, con los partidos de la gama opuesta. La figura presidencial está por encima de partidos y más allá de corrientes ideológicas que no tienen ni pueden tener espacios en las grandes decisiones nacionales, sino es a través de sus debidos conductos: las cámaras legislativas.
 
ES CIERTO QUE LA FIGURA presidencial puede ser señalada por un grupo de ciudadanos que no están de acuerdo con alguna medida, pero en ningún caso el cuestionamiento puede ser interpretado como una agresión a la investidura del presidente. Si no existiera la función de un aparato que permita el flujo informativo hacia adentro y hacia afuera del gobierno, si cada dependencia gubernamental no coincide en un momento de la emisión de mensajes, o si no hubiera la previsión de anticiparse a los efectos de un asunto en curso, es necesario que la decisión parta del Presidente de la República, pero no asumir las funciones para los que ese aparato ha sido creado, porque si eso ocurre, como parece, las consecuencias están a la vista.
 
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