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¿Por qué lloramos?

Agencia | 27/04/2019 | 23:21

No podemos hablar del llanto si no hablamos de las lágrimas.

 

Los seres humanos producimos tres tipos de lágrimas.

Basales: Son las que ayudan a mantener húmedo y saludable el ojo.

Reactivas: Las que se liberan para proteger de irritantes como humo o polvo.

Emocionales: Son las que se liberan acompañando a distintas respuestas emotivas o sentimentales.  De estas últimas son de las que vamos a hablar. 

 

¿Es verdad que el llanto en sí mismo es sanador o liberador?

El Dr. Ad. Vingerhoets, el experto más referenciado a nivel mundial en temas que se relacionan con el llanto humano, dice que se ha sobreestimado el poder sanador o liberador que tiene el llanto y que el que este sea de ayuda para los seres humanos depende de tres factores.

 

La persona que llora (el llorante).

Las personas deprimidas o altamente sensibles son las que menos beneficio objetivo y subjetivo reciben del llanto (y son las que más tienden a llorar).  Aquellos que los rodean pocas cosas efectivas pueden hacer para consolarlos y es por eso que la gente tiende a alejarse de ellos. Es un llanto que no es sanador ni liberador, producto de una condición no prosocial.

 

El llanto en contexto de algo que sucede, como una pérdida por ejemplo, es un llanto que atrae el consuelo de otros y forma parte de la expresión emocional producto de un evento puntual objetivamente observable.

 

La causa del llanto.

Es benéfico llorar ante situaciones que no podemos cambiar o controlar porque eso despierta una conducta pro social en los otros y elicita su empatía y compañía en momentos de adaptación. No es de ayuda cuando sólo lloramos ante cosas que podemos cambiar, especialmente si no actuamos para cambiarlas.

 

Cómo otros reaccionan ante nuestro llanto.

El llanto ayuda cuando otros reaccionan con comprensión y buscan confortarnos (y lo permitimos) y puede ser contraproducente cuando a nuestro llanto los que nos rodean reaccionan con incomodidad, desaprobación o hasta enojo.  Lamentablemente esto es muy común en los padres que regañan a sus hijos por llorar, pero también hasta en las relaciones de pareja cuando esto sucede.

 

En general cuando el llanto es producto de una situación triste, suele consolar al que llora, siempre que los factores ya mencionados estén presentes.

 

En contraste, llorar por mirar una escena triste en la que no se pueda intervenir y no haya final feliz (como en una película, por ejemplo), en general hace a la gente sentir peor.

 

En resumen, podríamos decir que el llanto en contexto, autorregulado y que cumple una función social vinculante es el que más ayuda.

 

¿Cómo nuestro llanto influye en los demás?

Las lágrimas ligadas a las emociones es algo que los demás pueden ver, así que evolutivamente deben tener una función que se desarrolla con un aspecto pro social, afirma el Dr. Michael Trimble, neurólogo especialista en la conducta del Reino Unido.

 

Las personas que observan a otro llorar reportan mayor empatía, se sienten más conectado y están más dispuestos a apoyar a la persona que llora, siempre y cuando el otro lo permita y los efectos del apoyo se perciban como mitigadores del sufrimiento del otro.