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Maracuyá la llamada fruta de la pasión

Agencia | 25/03/2019 | 23:54

Redonda y amarilla, es conocida también como maracuyá o parchita. Esta fruta es muy popular en el mundo, su sabor dulce y ácido atrae a diferentes comensales que no pueden resistirse a probarla; pero, ¿por qué la llamamos fruta de la pasión?

 

De origen tropical y sabor fresco, la fruta de la pasión es rica en vitamina C. En su interior se encuentran además de la pulpa amarilla, una gran cantidad de semillas negras que la caracterizan.

 

Una de las razones que se desarrolla en el inconsciente colectivo respecto al motivo de su nombre es su característica tropical, al asociar al trópico con calor y pasión. Pero, realmente, esta explicación no puede estar más lejos de la realidad; la concepción de su nombre se remonta a muchos años atrás y una comparación inesperada.

 

Específicamente, gracias a la llegada de los colonizadores españoles es que el mundo logró conocer esta fruta de origen americano. Fueron estos los que le otorgaron el nombre por el que se le reconoce en muchos países.

 

El nombre otorgado por los españoles a la parchita o maracuyá, se debe a la flor de la planta que produce y carga con estos frutos, a la cual se le dio el nombre de ‘pasionaria’.

 

Los colonizadores encontraron en la flor características que relacionaron con la pasión de Jesucristo. La comparación de cada uno de los elementos presentes en la flor con los de la crucifixión de Jesús, llevó a otorgarle a la planta este nombre.

 

Si observamos a la planta, podemos entender la lógica que condujo a los españoles a relacionarla con la muerte de Cristo. Además, la flor cuenta con una estructura pentarradial que posee una interpretación específica según la teología.

 

Los expertos explican que la simbología se da en base a los 5 pétalos y sépalos, los cuales se encuentran separados, que representan a diez de los doce apóstoles –sin Judas ni Pedro-. De igual forma, se relaciona su color púrpura con los tiempos litúrgicos de Cuaresma y Semana Santa.

 

Asimismo, se relaciona a sus tres pistilos con los tres clavos de la cruz, donde murió Cristo. A la flor también se le relaciona por su aspecto con la corona de espinas que se encontraba en la cabeza de Jesús en el momento de su crucifixión.

 

Es así como esta fruta, de origen amazónico, adquirió el nombre derivado de su flor pasionaria. La fruta de la pasión, desde su descubrimiento, ha conquistado territorios en todo el mundo, llegando a producirse en Australia y Hawái, a pesar de su origen suramericano.

 

Además de su exquisito sabor, la fruta de la pasión es muy rica en vitaminas y minerales, otorga un gran aporte de fibra, posee un bajo aporte de calorías y tiene un alto porcentaje de agua.

 

Gracias a su popularización y sabor, esta fruta no solo se come por sí sola o se toma como jugo, sino que también se utiliza como el ingrediente principal de postres, platos y preparaciones. Y, aunque no se encuentre directamente relacionado con su nombre, es innegable que el sabor de esta fruta despierta y seguirá despertando pasiones alrededor del mundo.