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Promoción turística, prioridad para el desarrollo

Agencia | 23/03/2019 | 23:22

A lo largo y ancho del planeta, las escuelas de negocios no han dejado de enseñar, cuando se habla de estrategia mercadológica, la antigua fórmula de la mezcla de mercadotecnia (marketing mix), mejor conocida como las cuatro Ps’: Precio, Producto, Promoción y Plaza como pilares fundamentales; sin embargo, los expertos y estudiosos, viendo los cambios que el propio desarrollo social va adoptando, le han añadido hasta tres o cuatro más, debatiendo si en realidad todo se engloba en el planteamiento original; dejando sin embargo a un lado ese debate, a mí me parecen relevantes e importantes para considerar al menos dos [Ps’] más: Procesos y Personas.
 
Los procesos en la era de las nuevas tecnologías, se van haciendo eficientes de forma exponencial, la digitalización y automatización de muchas de las operaciones hacen que éste sea un factor fundamental para tomar en cuenta cuando se piensa en mercadotecnia pues, a diferencia quizás de otra de las grandes revoluciones de este tipo, –la industrial en el siglo XVIII–, el desarrollo tecnológico ha llegado de forma inmediata no sólo a los productores y proveedores de servicios sino al propio consumidor final. La dinámica y la atención del tema entonces requiere un análisis distinto y unas consideraciones especiales.
 
La persona se vuelve relevante en cuando a la estrategia de promoción, no sólo como destinatario de campañas publicitarias que tienen como finalidad enviar un mensaje determinando y determinante. El fundamento comienza desde dentro, en la conformación de los equipos de trabajo. Steve Jobs, por ejemplo, pensaba que se debía contratar a las personas no para decirles lo que tenían que hacer, sino que fueran ellas las que dijeran qué se debía hacer. El valor de la persona como pilar sobre el cual se construye una estrategia es fundamental en la actualidad.
 
En la estrategia turística nacional, donde se trata de apuntalar la marca MÉXICO, no se deben desatender los aspectos de la mezcla básicos y fundamentales de los que ya hemos hablado. Tenemos la Plaza; una de las más atractivas a nivel mundial con una ubicación geográfica privilegiada, con recursos naturales de gran riqueza y belleza. El Precio se ha vuelto, tan solo con las diferencias cambiarias, una oportunidad para el mercado internacional.
 
El Producto, es decir; la riqueza turística, culinaria, histórica y cultural de nuestro país es sin duda de una valía para quien busca adentrarse en nuestra cultura y tradiciones con un reconocido prestigio en cuanto a la atención y alegría de los mexicanos que a lo largo de muchas décadas nos ha caracterizado tanto en el exterior como para el mercado turístico nacional. La Promoción en cambio, es la que más atención requiere no sólo en este momento sino siempre y de forma constante; a diferencia de las otras tres, promover un destino es un esfuerzo dinámico pues la competencia crece conforme el mundo se empequeñece y si se deja de hacer o se disminuyen los esfuerzos, el valor de la marca será sustituido por otras que emergen constantemente.
 
Las redes sociales, resultado del desarrollo tecnológico del cual hablamos antes, ponen en las manos de los usuarios infinidad de imágenes, destinos y experiencias que abren el apetito de nuevos consumidores que buscan ir más allá de lo tradicional. Tener a México en el mapa nacional e internacional, abriendo el abanico de sus múltiples posibilidades implica un esfuerzo y atención de quienes tienen como responsabilidad hacer del país un destino élite de elección y mantenerlo en el Top 10 internacional ampliando con ello los objetivos de derrama turística anual.
 
El nuevo gobierno requiere, considerando ahora el componente de la Persona, escuchar en primer lugar a la gente correcta dentro de su propia estructura, expertos que han de saber alzar la voz para expresar lo que conviene al país en materia de turismo. Estrategias nacidas desde la razón y la experiencia que no dejen de ver el dinero de la promoción como un gasto sino como una inversión que se vuelve un motor de desarrollo del sector, uno que, como pocos, tiene la capacidad de hacer llegar el desarrollo no sólo a los grandes capitales sino a las personas de todos los sectores del turismo: empresarios, operadores, empleados, pequeños productores, artesanos, etcétera.